El fichaje de un portero de su gusto y confianza ha sido una de las exigencias más llamativas de Marcelino García Toral desde que se hiciera cargo del banquillo del Valencia. El técnico entiende que contar con un guardameta de titularidad consolidada es un pilar esencial para implantar un proyecto fuerte.

La renovación bajo palos será completa y a la confirmada marcha de Mathew Ryan al Brighton le seguirá la de Diego Alves, con pretendientes en el fútbol italiano. Marcelino ha detectado demasiada inestabilidad en la portería de Mestalla en las dos últimas temporadas, con vaivenes en la titularidad que no han paliado la cifra de goles encajados (113 en dos años), por lo que se buscará una nueva referencia.

En la propia historia reciente del Valencia se comprende la pretensión de Marcelino. Toda época de estabilidad deportiva, con picos de títulos, ha venido aparejada con la presencia de un portero indiscutible. Durante veinte años, desde 1988 hasta 2008, la portería del Valencia fue un asunto, básicamente, de cuatro nombres: José Manuel Otxotorena, José Manuel Sempere, Andoni Zubizarreta y Santiago Cañizares, con pequeñas excepciones a cargo de José Luis González, Andrés Palop o Timo Hildebrand.

En ese periodo de dos décadas, el Valencia vivió una época de prosperidad deportiva. Otxotorena fue el portero que, con Víctor Espárrago de técnico, alcanzó el Trofeo Zamora en 1989 (con solo 25 goles encajados) y el subcampeonato de 1990. El actual preparador de porteros del Valencia quedó relegado a la suplencia con Guus Hiddink, que prefirió el estilo de Sempere, que recuperó en el final de su carrera el protagonismo que había tenido durante buena parte de los 80. Portero de la casa, Sempere fue el titular de aquel Valencia de presencia continuada en Europa. Buenos años y buen juego, pese al reproche de la ausencia de títulos de aquella generación.

Zubizarreta protegió la portería valencianista entre 1994 hasta su retirada en 1998. El vasco aportó experiencia y regularidad en un tiempo de registros deportivos (subcampeonato de Copa y Liga) en un contexto societario convulso. La veteranía de Zubi fue clave también en la armonía interna del vestuario.

Cañizares, referente total

Sin Zubizarreta, el Valencia aseguró su futuro con Santiago Cañizares, imagen de la época más gloriosa del club. Dos veces Zamora, ganador de dos Ligas y una Copa de la UEFA, el exguardameta de Puertollano se hizo tan fuerte que frenó el ascenso natural de Palop, que triunfaría en el Sevilla. A la seguridad bajo palos, sumó liderazgo y un carácter carismático.

Tras su marcha, en 2008, el Valencia se sumió en una época de irregularidad en la portería (Guaita, Renan, César...) hasta la llegada de Alves. Su presencia ha sido dilatada (6 años), en los que ha consolidado la racha de mejor para-penaltis de la historia de la Liga, pero su figura no ha escapado de la discusión. Desde su peleada competencia con Guaita, hasta algunas consideraciones técnicas (los balones por alto), o su influencia en el vestuario.