Los negocios no le van bien a Peter Lim, el dueño del Valencia con más del 80 por ciento de su propiedad. Es, sin duda, una mala noticia para el Valencia, ya que Lim tiene ahora sólidas justificaciones para dejar a un lado posibles inversiones en el equipo de Mestalla. No puede, ni debe. Rowsley, su vehículo principal de inversiones, la madre de todos sus negocios, vive sus peor momento. La sociedad inversora suspendió ayer su cotización en la bolsa de Singapur a las 7.58 hora española, confirmando lo que se ya se sabe desde su aparición en la vida del valencianismo: sus resultados empresariales no dejan de presentar cifras decepcionantes en los últimos años. Su balance, según distintas fuentes consultadas por este periódico, tiene una deuda acumulada de más de 100 millones de euros. Sus reservas han sufrido, además, unas pérdidas de más de 160 millones. Es evidente que la crisis económica mundial le está pasando factura.

La compañía del máximo accionista del Valencia emitió ayer una orden llamada trading halt, que implica la suspensión momentánea de la cotización de acciones a la espera de que se produzcan noticias nuevas que afecten a la empresa. Dicho de una manera más coloquial: ha bloqueado su actividad bursátil por alguna circustancia de suficiente entidad. «En realidad, ha ocurrido algo de una relevancia importante para que deje de cotizar», explica Juan Espinós, director de Renta 4 en Valencia, entidad financiera especializada en productos y servicios de inversión.

«Podría ser algo bueno o algo malo lo que le obligue a esto, pero viendo los números de la empresa en los últimos meses, la situación no es nada halagüeña», añade el experto en la materia. «Desde el 1 de enero, la cotización de Rowsley ha bajado un 40,65 por ciento», añade Espinós.

En 2014, la principal inversora del propietario del Valencia tenía una capitalización de 360 millones de euros. Tres años después, el valor de Rowsley de 220. El precio de sus acciones ha caído en picado: hoy tiene un valor de 4 céntimos de euro.

Con estos números, Rowsley, sociedad sobre la que orbitan los negocios del empresario asiática, alcanza sus mínimos históricos. Ha pasado de tener 50 millones de euros de beneficios, hace sólo 4 años, a perder 35 millones el último año.

No es la primera vez que Rowsley sufre una situación como la vivida ayer, según informa Bolsamanía.com. En el mes de abril, la Bolsa de Singapur le pidió información dos veces por varios movimientos que realizó el conglomerado de Peter Lim. Dos meses antes, en febrero, el vehículo de inversión de Peter Lim emitió un profit warning, uno de los términos más odiados en los parqués bursátiles, ya que es un sinónimo de caída. El profit warning es el término que se utiliza para explicar una «alerta de beneficios». El concepto se utiliza en los mercados para referirse al anuncio que realiza una empresa cotizada cuando revisa a la baja sus expectativas de beneficio.

Al parecer, la debilidad del mercado inmobiliario de Singapur, donde Lim ha invertido mucho en los últimos años. Fue el impulsor de Iskandar Malaysia, una ciudad nueva, una urbe creada a 30 minutos de Singapur en la que los proyectos de Lim son casi incontables, incluida una ciudad vallada y un complejo hospitalario que vale unos 1.000 millones de dólares.

Mientras, los malos resultados de McLaren en los dos últimos años en la Fórmula 1 se reflejan también en la cuenta de resultados de Lim. Según un estudio de la agencia Business and Sport, la escudería de automovilismo ha perdido un 37,7 % de su valor desde 2015.