Más allá del meritorio empate conseguido (2-2), el verdadero triunfo del Valencia en el Santiago Bernabéu fue la vuelta a su esencia más colectiva, al regreso de la manada que hizo de los blanquinegros uno de los equipos más temidos a principios de este siglo. Solo desde esa convicción grupal recobrada por Marcelino García Toral, fiel seguidor de los pasos de Rafa Benítez en Mestalla, se entiende la actitud rebelde que el Valencia demostró ante el conjunto más intratable de Europa. Ni encajando un gol en los primeros minutos, ni con el estadio merengue instalado en una atmósfera pasional, el Valencia sucumbió. En tres meses se ha pasado de claudicar ante el más mínimo estímulo anímico en contra, a seguir compitiendo y aguantar de pie.

Si una idea unía los mensajes de todos los jugadores valencianistas, en privado o por redes sociales, era ese, el retorno a un bloque que se siente fuerte permaneciendo unido. «Juntos lucharemos, juntos pelearemos y juntos vamos a compartir las dificultades y disfrutar de las cosas buenas», exclamaba el guardameta Neto. «Esta es la imagen. Sacrificio, solidaridad, humildad», resumía Zaza, uno de los máximos abanderados del espíritu comunal. En la misma dirección, y recalcando en sus frases la labor de «todo el equipo», se sucedían los mensajes de Parejo, Carlos Soler, Lato o Nacho Vidal, entre otros.

La mayor entereza mental del Valencia es la consecuencia última de una transformación futbolística, martilleada con trabajo e insistencia por Marcelino, que se explica a partir de una renovación táctica y física del equipo.

Táctica

El Valencia vuelve a saber a qué juega y ya enseña automatismos

Marcelino ha inculcado en la plantilla su devoción casi religiosa por el 4-4-2. Un dibujo aplicado aún sin haber llegado los fichajes que dan más sentido a esa apuesta, como los extremos, pero ha comenzado a carburar a partir de una mayor firmeza defensiva y una ocupación de espacios más eficientes. Si se sabe a qué se juega, y se cree en esa idea, las bases competitivas se accionan. Y así sucedió, en un escenario tan hostil y exigente como el Bernabéu.

Físico

El equipo ha adquirido mayor resistencia y contundencia

Para todo equipo que basa su fortaleza en el rigor táctico, la resistencia y contundencia física es una de las claves. El Valencia apareció en su versión más combativa ante el Madrid, en parte, por el plus de intimidación que se ha ganado con las incorporaciones de Geoffrey Kondogbia y Jeison Murillo. Especialmente destacable fue el caso del mediocentro francés, que dominó el centro del campo con autoridad y descargó de sacrificios defensivos a los jugadores más creativos.

Paterna

Hasta cinco canteranos utilizados en casa del Real Madrid

Criado en la cultura de cantera de Mareo, a Marcelino no le ha temblado el pulso para dar la alternativa a los canteranos. Mientras que alguno de los técnicos precedentes, como el reputado Prandelli, intentaron capear situaciones de crisis recurriendo a veteranos con escaso sentimiento de pertenencia, Marcelino acabó dando la oportunidad en el Bernabéu hasta a cinco canteranos: José Gayà, Carlos Soler, Toni Lato, Nacho Gil y Nacho Vidal -con Javi Jiménez en el banquillo-. Una maniobra que, lejos de romanticismos, se justifica tanto por la calidad deportiva de los jugadores, y el consecuente aumento de la competencia interna, como por el grado reforzado de identificación con el club de los chavales. Los resultados saltaron a la vista con la triangulación «Made in Paterna» que originó el primer gol blanquinegro en Chamartín entre Gayà, Lato y Soler.

Liderazgo

Parejo asume ser la referencia del proyecto

Después de varios años en los que la capitanía ha sido un símbolo volátil, Marcelino fue claro desde el primer día: «Busco un líder. Si no está dentro del equipo habrá que ficharlo». Todo proyecto con aspiraciones necesita de un referente que sirva de guía y transmita jerarquía. Parejo aceptó el desafío. Con un vestuario renovado, y alentado por su entrenador, Parejo ha ofrecido su mejor versión deportiva y ha ejercido plenamente de capitán.