Más que un fichaje, casi a la altura de un título, se encuentra el hallazgo de la bandera fundacional del Valencia, el mayor emblema histórico del club de Mestalla. Robada hace dos décadas, y recobrada de forma anónima, entregada en una caja sin remitente. La Asociación de Futbolistas del Valencia ha recuperado la bandera, que se hallaba en paradero desconocido desde que fuera sustraída a finales de los años 90, coincidiendo con la ampliación de la grada de Mestalla que conllevó el derribo de las antiguas oficinas. Allí estaba expuesta la bandera, con el nombre fundacional y jamás restaurado del Valencia FC, junto a los trofeos.

El gran tesoro fue exhibido por Ferran Giner, presidente de los Veteranos, en el almuerzo de inicio de temporada celebrado ayer, y que reunió a 140 exjugadores de distintas épocas del club. La idea de la Asociación es devolverla al Valencia con el objetivo de que sea restaurada y crear un grupo de abanderados que la preserven y la porten cada vez que sea mostrada en un acto público: «Hay un símbolo que perdimos hace unos años y tenemos que recuperar y que nos pertenece a todos. Me llena de orgullo recibirla. La bandera llegó en una caja sin remitente», explicó Giner.

La fiesta de 1924

A las puertas del centenario, el club recupera un objeto de valor incalculable. La bandera, bordada por una cara blanca con el escudo y por la otra con la Senyera, fue arrancada del asta original, con una moharra coronada y rematada con el «rat-penat» que sí se pudo conservar, y que ha sido restaurado por el departamento de Patrimonio de la Fundación.

La historia de la bandera fundacional se remonta a 1924. El 21 de septiembre de aquel año fue bendecida en la Basílica y mostrada por primera vez en un campo de Mestalla, inaugurado un año antes, lleno hasta los topes. Con apenas cinco años y medio de vida, el club quiso rodear al acto de todo el simbolismo posible. Los fundadores del Valencia Football Club fueron los encargados de entregar la enseña al capitán, el mítico Eduardo Cubells, que dio la vuelta al campo con la bandera junto al otro gran ídolo del valencianismo, Arturo Montes. El saque de honor fue realizado, entre vítores, por Pepito, el hijo de Cubells.

La fastuosa celebración del Valencia, que coincidió con el 15 aniversario del decano Real Gimnástico, representaba, por encima de todo, la entusiasta realidad de un club nacido con sólidas estructuras y que encaraba el futuro con modernidad, ganando a pasos agigantados la batalla por la representatividad del fútbol en la ciudad, al Gimnástico y al Levante FC, y con la mira puesta en el profesionalismo, que llegaría apenas cuatro años después.

Un pedazo de identidad vuelve ahora a casa.