El mejor derbi se ha jugado en la grada. La emoción que el Levante UD y el Valencia CF han plasmado hoy sobre el terreno de juego se ha trasladado a las gradas del Ciutat de València en forma de pasión y espectáculo. Los 23.000 espectadores que ha acogido el estadio de Orriols, sin alcanzar el esperado lleno, han conseguido que el empate entre los dos equipos haya sido una victoria para ambas aficiones.

Hasta el primer gol del partido, el derbi pintó en azulgrana. Más de 200 peñistas se reunieron en el párking del estadio hora y media antes del choque para recibir al equipo de Muñiz entre gritos de ánimo. Un recibimiento a la altura del encuentro que estaba aún por disputarse. Ese dominio azulgrana se mantuvo en los primeros minutos de juego. Las 19.000 banderas y los 5.000 aplaudidores repartidos entre las localidades dieron un colorido especial al Ciutat, engalanado para la ocasión. Con las gargantas a punto, el partido comenzó en plena batalla de cánticos entre las aficiones del Levante UD y el Valencia CF, que llenó las 751 butacas de la zona visitante.

Nada pudieron hacer los valencianistas ante el emotivo bufandeo granota en el minuto 19:09, cuando Orriols rugió animano a los suyos. Eso sí, la marea valencianista se creció a la media hora de juego, cuando Rodrigo inauguró el marcador. Orriols calló y el derbi se tiño de blanquinegro. Diez minutos después, las tornas cambiaron. Bardhi alzó el Ciutat en pie, en el que más de uno se quedó afónico cantando el empate. Al descanso, satisfacción ente ambas aficiones, respetuosas con el contrincate.

En la segunda mitad, la igualdad fue máxima en todos los ámbitos. El paso de los minutos desató los nervios en el terreno de juego, pero no así en la grada, donde se mantuvieron intactas las ganas de animar sin crear altercados. Sólo el árbitro fue capaz de encender las críticas, sobre todo desde la parte azulgrana, descontenta con algunas decisiones.

En los últimos minutos, el silencio apareció en el campo ante la incerteza del resultado final. La grada de animación granota, muy activa todo el partido, se adueñó por momentos del partido empujando a sus futbolistas, que lo intentaron sin éxito. Tras el silbido final del colegiado.

El empate, sin ser el mejor marcador posible, tampoco dejó descontentos a unos y otros. La gran noticia es que el derbi sigue siendo una fiesta. Una fiesta en paz.