El excelente inicio de temporada protagonizado por el Valencia de Marcelino -y Mateu Alemany- ha relegado al segundo o tercer plano informativo un asunto determinante en el futuro a corto-medio plazo de la sociedad. Anil Murthy ha tomado la lógica decisión de prescindir de los servicios de Alesanco. Talín no estaba preparado para la función de director deportivo. Ni tenía la capacidad ni la formación, ni siquiera la voluntad de asumir la responsabilidad inherente a un cargo tan crucial. Su influencia en el último mercado de fichajes fue nula, como pudo comprobarse la mañana en la que se ausentó de la Ciudad Deportiva de Paterna mientras el presidente hacía de cicerone en el acto de presentación de Gonçalo Guedes y Andreas Pereira. Curioso caso el del amigo de Laporta, que optó por el silenzio stampa durante años, justo hasta el instante en el que recibió la carta de despido. En ese momento, misteriosamente, empezó a declararse encima para vender su verdad. Que regrese a Barcelona para contar su libro. Tanta gloria lleve como paz deja.
Y ahora tanto el presidente como Mateu Alemany deben estar preguntándose si amortizar el cargo, nombrar un relevo para Alesanco o ascender a Vicente, actual secretario técnico. Esta última vía parece la más sensata. De todas las incorporaciones realizadas antes del 1 de septiembre, únicamente Neto estaba fuera de las listas manejadas por los scouts de Paterna.
Vicente Rodríguez es quien se ha encargado de coordinar el funcionamiento de la dirección deportiva en los últimos meses y quien lo seguirá haciendo hasta nueva orden. Ha adquirido experiencia en las últimas temporadas y ya tiene el rodaje necesario para, por ejemplo, preparar junto a Marcelino y Rubén Uría el mercado de enero. El Valencia tiene un gran entrenador que debe dedicarse a eso, a entrenar. Ahora que la sociedad dispone de una dirección deportiva estructurada y competente, qué menos que concederle el beneficio de la duda. La solución, como tantas veces, está en casa.
