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El estadio Lim Mestalla, nueva ilusión

El estadio Lim Mestalla, nueva ilusión

Si el nuevo campo del Valencia Club de Fútbol se llamara Lim Mestalla, probablemente, no habría nada que objetar. O bien poco. Si el dueño del club aunque con retraso, como la mayoría de sus promesas, reanuda las obras y las termina habrá que dar casi por bien perdido el tiempo en que se ha suspirado por ver el final de las mismas. Fue el deseo faraónico de un presidente, Juan Soler, al que la burbuja del ladrillo y su destartalada política en la dirección de la entidad llevó al mayor chasco de la historia de la sociedad. Un estadio inacabado y una deuda espectacular. La ruina.

La política llevada a cabo por Peter Lim ha sido la de las promesas incumplidas. Antes del fracaso de la terminación del nuevo campo para 2019, año del centenario, el Valencia vivió los desastres deportivos que lo llevaron a la miseria de imagen y al vértigo que dio la amenaza del descenso.

Lim tuvo como brújula a Jorge Mendes, el personaje más funesto que ha pasado por Mestalla. Lim se escudó en él para hacer equipos inasumibles económicamente e incapacitados para competir con los grandes. El Valencia perdió imagen y presencia en las competiciones nacionales y europeas.

Este año han cambiado las tornas y todo ha sido diferente. Aceptó el fichaje de un buen entrenador y de un director del club. Mateu Alemany y Marcelino García Toral han formado una pareja con proyectos y actuaciones razonables. El equipo sigue estando hecho de retales con jugadores cedidos, algo vergonzante si uno mira hacia la historia, pero se ha mejorado sustancialmente. Aunque no se puede cantar todavía victoria, es decir, la conquista de un puesto destacado en la clasificación, es evidente que el futuro es menos incierto de lo que era.

Mejorado el aspecto futbolístico, la sociedad necesitaba nuevas ilusiones y ha sido gran golpe de efecto anunciar que se van a reanudar las obras. Habrá cambios en la estructura porque no se pensó en que lo que se requería era un campo de fútbol y no un quiero y no puedo que significaba contar con espacios propios de auténticos estadios Ya hubo una reforma hecha por los arquitectos que lo diseñaron. Seguramente, no habrá aquel estadio cinco estrellas, pero si tiene final digno, que se pueda hombrear con algunos de los mejores recintos europeos, nos daremos por satisfechos.

Cada vez que surge el asunto del frustrado campo no puedo olvidar que hubo un directivo, Peris Frígola, que de arquitectura sabía, quien promovió la idea de reformar Mestalla por etapas. Su proyecto era viable, aceptable económicamente y se mantenía el lugar. Con su idea no se habría caído en la deuda de la nueva construcción y los socios habrían continuado, mejor sentados y con mejores vistas, en el viejo pero remozado y casi nuevo Mestalla. Pero nos dio por «bufar en caldo gelat».

Si se llama Lim Mestalla no será nada excepcional. Los nuevos recintos llevan el nombre del patrocinador o como en el caso del Atlético, el de Wanda, socio protector.

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