Vaya por delante que no me une nada a Rafa Mir. Pero siento pena por él. La mochila con la que carga el chaval está llena de piedras. Desde que Nuno le regaló la titularidad en un partido europeo ante el Zenit, el jugador ha estado en entredicho. Con aquella decisión, de la que solo Nuno fue responsable, futbolistas como Santi Mina, De Paul o Lucas Orban - Gayà recuerdo que jugó de extremo- se sintieron ninguneados públicamente. Aquello cabreó y mucho a un vestuario ya agrietado por el caso Negredo. Al juvenil, que diez días antes había renovado y mejorado muy mucho su ficha, sin quererlo ni beberlo lo colocaron en el ojo del huracán. Y lo pasó mal. Se dijo entonces, para estigmatizarlo aún más, que su agente era Jorge Mendes cuando en realidad lo representaba Carlos Bucero. El espigando delantero murciano, con buenos números en el juvenil de Angulo y un papel muy destacado en la Youth League, la polémica le vino grande. Muy grande. La llegada de Neville relegó al jugador al juvenil. La decisión, no había otra, la aceptó con profesionalidad pero se quedó muy tocado. Supo, ayudado por los suyos, reflotar. Volvió a disputar minutos con el primer equipo cuando Ayestaran estaba en el banquillo, pero fue en el filial de Curro Torres donde volvió golear y sentirse importante. En verano lo quiso el Real Madrid para su filial y el Valencia se negó a traspasarlo. Marcelino, personaje poco dudoso, volvió a fijarse en él y se lo llevó a la pretemporada. A las órdenes de Lubo Penev el delantero se ha revalorizado. El murciano se ha convertido con 11 goles (en 10 jornadas) en el máximo realizador de todas las categorías del fútbol español junto a Leo Messi, pero aún juega con el filial. ¿Un por qué? Para presionarlo. El jugador acaba contrato en junio y a partir del 1 de enero podrá negociar con quien quiera. El jueves, Marcelino reconoció abiertamente que "hasta que no solucione su situación contractual no va a jugar en el primer equipo". Que lo haga en el filial, hasta que Alemany decida lo contrario, dependerá de Lubo. En serio, ¿no sienten pena?
