Dani Parejo ejerce, por fin, un liderazgo sin fisuras, matices ni equívocos en el Valencia. Lo hace dentro del campo, donde es un futbolista sin réplica en el equipo con un juego que ha alcanzado su versión más madura, aportando al Valencia una identidad serena. Además de aparecer en las primeras estadísticas de los centrocampistas de la Liga, el jugador de Coslada, a sus 28 años, ha trasladado su influencia en el vestuario.

Dos son los ejemplos. En la visita a Anoeta, el guardameta Neto Murara no digerió bien su sorprendente suplencia y no dudó en hacer visible su descontento. Una escena tensa que fue aplacada por la intervención del capitán, que calmó ánimos y tranquilizó al meta brasileño, haciéndole entender que Jaume Doménech también tenía el derecho a ser de la partida. Semanas antes, Parejo también tiró de galones para apaciguar la temperamental explosión de Simone Zaza, después de no ser titular en el derbi contra el Levante UD. A esos casos les han seguido continuas charlas y consejos, privados o públicos, a sus compañeros, como la arenga que captaron las cámaras en la media parte del duelo contra el Sevilla, en la que Parejo reclamó a sus compañeros que no bajaran la actitud, que no se repitieran los lapsus de los duelos ante Athletic y Betis. Hizo de capitán.

Desde el primer día de concentración en Évian-les-Bains, a Marcelino le sorprendió gratamente la iniciativa de Parejo para ejercer de interlocutor entre la plantilla y el cuerpo técnico, en unos días en los que la plantilla estaba en plena regeneración y no estaban definidos roles ni asignados los brazaletes. Parejo había dado ese paso hacia adelante impulsado por la charla que había mantenido días atrás con el técnico asturiano. Agotado mentalmente y decidido a cerrar una etapa ya larga en el club y trufada de sinsabores, Parejo notó la complicidad que había encontrado años atrás en otros técnicos, como Juan Antonio Pizzi y, sobre todo, Ernesto Valverde.

Marcelino entendió que, para aspirar a encontrar la mejor versión de Parejo, primero pasaba por comprender a un jugador con una capacidad de liderazgo notable, acorde a su calidad técnica, pero sensibilizada por los factores que rodean a un equipo, como la cohabitación interna en el vestuario.

Futbolistas de personalidad expansiva, como Enzo Pérez o Diego Alves, ejercían un liderazgo entendido como tóxico que limitaban la evolución futbolística de varios jugadores excelentes, pero sin esas aristas caracteriales tan marcadas.

Parejo renovó su contrato en 2015,erigido como estandarte del proyecto y recibiendo con honores, y como el jugador mejor pagado del equipo, la capitanía. El pésimo arranque del curso 2015-16, con las grietas internas que llevó aparejadas en el vestuario, provocaron que Parejo arrojase la toalla, pidiese salir del equipo y renunciase al brazalete. Un caso que el club maquilló traspasándole a Gary Neville la autoría de la iniciativa. Se llegó al verano con Parejo declarándose en rebeldía para forzar su salida al Sevilla, con las escenas en la pretemporada de Marlow entrenando en solitario y sin poder subir a la canoa en actividades recreativas por el Támesis. Un año y medio después, Parejo es el orgulloso capitán y su hijo, Dani junior, canta en valenciano el Amunt València.

Uno de los secretos de este Valencia sin capacidad de fichar grandes futbolistas es que se ha sabido reciclar para sacar mejor partido del buen potencial ya existente. La regeneración del vestuario patrocinada por Marcelino ha tenido un efecto liberador en Parejo, Gayà o Rodrigo, que han pasado a la primera línea.