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Tribuna

El gol de Messi y el de Fernando

El gol de Messi y el de Fernando

El gol de Messi entró en la historia de los tantos nonatos que figuran en el sentir popular como si hubieran sido conseguidos y anotados. Durante años vivimos y comentamos goles representativos de ciertos momentos como los de Zarra y Marcelino. Luego pasaron al recuerdo popular los de Pelé y Cardeñosa. También está en la estela la del valencianista Fernando, a Osasuna. Ahora, después de haber pasado de las musas al teatro balompédico, el mundo ha enaltecido la acción de Messi. Los goles han sido parte fundamental de la historia. No ha bastado que un jugador fuera el artista de un partido para que quien mandara la pelota a la red se convirtiera en el héroe. Pasó en el Mundial de 1950, en Brasil. Zarra logró uno de sus tantos menos brillantes, pero la eficacia política lo convirtió en leyenda. Se había vencido a lo que se llamaba «La Pérfida Albion». El régimen de Franco lo glorificó.

Pasó algo similar en 1964, cuando en Chamartín se derrotó a la Unión Soviética. El remate de Marcelino también tuvo consecuencias políticas. Se venció a lo que se consideraba la Rusia que había estado al lado de la derrotada República. El ministro de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Suñer, desde el balcón de su ministerio y ante miles de manifestantes dijo aquello de «Rusia es culpable». Algo parecido sucedió en Argentina cuando Maradona derrotó a Inglaterra en el Mundial del 78. Vengó la derrota de las Malvinas.

En 1954, la Alemania que había salido vergonzantemente del nazismo y dividida en dos, volvió a mirar al mundo a la cara por el triunfo de su selección ante Hungría en la final mundialista de Suiza. Su héroe, Fritz Walter, fue respetado hasta el final de su vida.

Iniesta sigue recogiendo aplausos por su diana a Holanda en la final del Mundial. También recogió galardones y ovaciones Fernando Torres por la Eurocopa de dos años antes. en la Eurocopa el máximo goleador español fue Villa, pero constó Torres. En Suráfrica el maestro fue Xavi, pero marcó Iniesta. La fama existe también para ocasiones en las que ocurrió lo inexplicable. Fue el caso del famoso gol de Pelé del Mundial del 68. Disparó desde el centro del campo y el balón describió larga parábola, pero no entró. Pasó por encima del larguero. Pero ha quedado para el recuerdo. No así el que sí logró el valencianista Guillot, meses después, en Mestalla, contra Las Palmas. Fue la misma jugada y la pelota sí llegó a la red.

Fernando Gómez Colomer, jugador del Valencia, también es autor de un gol nonato con el agravante de que en este caso el balón sí entró en la portería osasunista. Fue el mayor atropello que se ha conocido en la actuación arbitral. El asturiano Díaz Vega, que era internacional, tuvo la desfachatez de pitar el final del partido cuando la pelota volaba hacia el marco del Osasuna. El portero no la pudo detener y Díaz Vega tuvo el valor de anular el gol aunque había pitado cuando el balón estaba en juego.

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