El próximo 10 de diciembre Carlos Soler cumplirá un año de su debut en el Valencia. El año que cambió la vida de un jugador que, en este tiempo, ha pasado de ser una de las promesas más cualificadas de la cantera a ser la referencia principal del renovado proyecto del club, con solo 20 años.

Del temor de los técnicos que no se decidían a apostar por él porque creían que podrían detener la galopante crisis del equipo con veteranos de escaso arraigo, al futbolista indiscutido que ha sido titular en todos los partidos de Liga del Valencia que marcha segundo. De la débil cláusula de 8 millones al blindaje de 80 «kilos» y ser la camiseta más vendida.

Carlos dio un paso al frente en las peores condiciones posibles. Hace justo un año debutaba en un equipo en acelerada autodestrucción. Soler disputó los últimos 12 minutos de aquel partido. El Valencia caía sin honores ante la Real Sociedad (3-2) a las 24 horas de la incendiaria acusación de Cesare Prandelli contra la actitud de su plantilla, al grito de «fuori».

Los ultras acorralaron el autobús del equipo en el regreso a la ciudad deportiva. Pocas semanas después, dimitían Prandelli y el director deportivo Jesús García Pitarch. Empatado a puntos con la última plaza de descenso, Voro González fio las riendas de un equipo roto al desparpajo de Soler. Una maniobra arriesgada, pero necesaria, que se tradujo en una reacción que, sin abandonar la irregularidad, sirvió para que escapar de la amenaza de la segunda división.

En pocos meses, Soler fue desbloqueando logros. Su cláusula subió a 30 millones al pasar a formar parte de la primera plantilla. Marcó su primer gol en el Madrigal, en una acción que haría suya en posteriores dianas, en Mendizorroza o el Bernabéu, con esa intuición natural para entrar al remate desde la segunda línea. Se puso a Mestalla en el bolsillo con el gran gol ante el Celta, justo el próximo rival este sábado en Mestalla, con una suave vaselina que encandiló a la grada.

Soler quemaba etapas a gran velocidad y la ampliación de su contrato se quedaba corta, para clubes decididos a pagar su cláusula, que quedaría finalmente ampliada a 80 millones de euros. «Asumo mi responsabilidad. Ya no soy el chico que viene del filial», afirmaba a Levante-EMV para valorar su nueva situación.

El verano trajo su irrupción en la selección sub´21 y la consolidación en el nuevo proyecto de Marcelino en el Valencia. El entrenador resolvió la duda de si Soler era un 6 o un 8 reinventándolo como 7, y dotándole de muchos más matices futbolísticos. Todo alrededor de la evolución futbolístico de Soler parece que crezca de manera vertiginosa, pero no altera la personalidad de un chico tranquilo, con los pies en el suelo.