Un Guedes supersónico en el último tramo, tanto en el pase como en el regate, permitió empatar al Valencia un partido cuesta arriba por la dejadez de la primera parte. Rubén Uría hubo de recurrir a sus tres perlas del banquillo, progresivamente, para revertir un encuentro que se escapaba. Entraron Parejo, Rodrigo y Guedes, y el Valencia volvió a ser ambicioso y protagonista en campo contrario, lejos del bochorno especulador del primer acto. El empeño de Lim por fichar a Guedes se complica cuando el portugués juega como anoche en el Gran Canaria, una delicia para su equipo y para el espectáculo, una pesadilla para el rival.

Fue hiriente, sin embargo, la superioridad técnica de Las Palmas en la primera mitad (hasta un 64% de posesión de balón). El lateral izquierdo Borja centró raso al corazón del área pequeña, donde Calleri se adelantó a Lato. Rubén Uría, desde la banda, se desesperaba ante la falta de ideas de sus jugadores, algunos muy suplentes pese a la oportunidad de reclamar minutos al entrenador de baja (Marcelino), que estaría viéndolos por la televisión. Todos los futbolistas amarillos estaban deseosos de agradar al nuevo técnico, Paco Jémez.

El gol en contra despertó el orgullo de algunos valencianistas. Kondogbia y Maksimovic trataron de levantar el ánimo. En una jugada arrancada por el mediocentro serbio, la abrió a la derecha a Andreas Pereira, cuyo centro atrás lo pifió precisamente Maksimovic en el remate.

Rubén Uría recurrió a Parejo tras el descanso. No podía esperar más. El efecto fue inmediato. El Valencia comenzó a jugar por primera vez en campo contrario. Y a recuperar la pelota mucho más lejos de su portero. ¿Qué sería del Valencia sin Parejo? Su presencia es apabullante. Pero los reservas seguían siendo muy reservas y Uría no tardó en dar paso a Rodrigo por un intrascendente, un día más, Andreas Pereira.

Entró algo oxidado

Un pase en profundidad de Rodrigo lanzó en carrera a Zaza con muchos metros por delante. El italiano logró lo más difícil (ganar con el cuerpo la posición a Gálvez) y perdió lo más fácil (avanzar y jugársela en el uno contra uno con Chichizola). En vez de eso, probó una vaselina atropellada ante el cabreo de Rubén Uría.

Al técnico asturiano solo le quedaba un cambio de lujo, Guedes, por el desacertado Santi Mina. El extremo portugués entró algo oxidado en el choque, como si acusara las largas vacaciones, pero su insistencia en el regate acabó con un empujón de David Simón que pudo ser penalti.

Las Palmas estaba desarbolado. Las ocasiones de gol se sucedieron a partir de los desmarques del atacante portugués. Su pase a la carrera por el extremo izquierdo de Lato fue estratosférico. Y el centro preciso del lateral valenciano lo embocó cayéndose y con la derecha Rodrigo, una recompensa a la notable segunda parte del Valencia. Parejo tembló, Rodrigo definió y Guedes entró en ebullición. Los buenos deberían jugar siempre.