Suyo fue el juego, la pelota, las intenciones, toda la ambición futbolística. El Valencia CF sometió al Real Madrid en un Mestalla lleno y entregado a la causa, pero el castigo de dos penaltis, el segundo de ellos muy dudoso, tumbaron con crueldad tanto despliegue emocional en los locales. Santi Mina recortó distancias en la segunda parte, pero no fue suficiente y todo el premio fue para un Real Madrid vulgar en muchas fases, limitado a vivir de la contra y de errores puntuales en los blanquinegros. En el tramo final, con el Valencia exhausto, Marcelo y Kroos redondearon una goleada exagerada.

El Valencia se comportó como un equipo digno y valiente, decidido para tomar la iniciativa. La primera parte se jugó durante muchos minutos en el campo madridista, con los blanquinegros empujados por el viento de Mestalla, con el césped moteado de papelitos en una estampa de las épicas, con un ambiente que evocaba al Mundial 78. Cómo apretó la grada desde el primer segundo. Qué patrimonio más valioso tiene el club con sus aficionados, de los que ha aprovechado esa incondicionalidad para perpetrar unos precios indignos para la vuelta de semifinales de Copa contra el Barcelona. Cada choque por una pelota dividida, cada acción discutible, tenía como respuesta un rúgido sobrecogedor de los 47.000 aficionados.

Los valencianistas tocaban en tres cuartos contra un Real Madrid cómodo sin la pelota, esperando con paciencia el fallo local para lanzar contragolpes. El dominio del escenario era local, pero la pizca de veneno en las ocasiones empezó siendo visitante. En el 6, un encontronazo entre Garay y Neto dejó el balón suelto para la volea de Bale. Neto, aturdido por el golpe, sacó la manopla derecha y detuvo en dos tiempos.

Con el Madrid guarecido en su área, el Valencia probó suerte desde la media distancia. Lo intentó con Rodrigo con un trallazo alto en el 9, luego de una recuperación de Kondogbia. El centrocampista francés, presente en todos los caldos, hizo volar a Keylor Navas en el 24, después de recortar por dos veces en la frontal. Para entonces ya ganaba el Madrid, sin alardes pero más concreto. En el 15 Cristiano Ronaldo materializaba un penalti justo, originado de forma imperdonable, en un saque de esquina a favor del Valencia.

La lista de agravios con Estrada Fernández comenzó justo después. No con decisiones escandalosas, sino con la irritación generada por faltas en el centro del campo que en la mayoría de las ocasiones tenían beneficio merengue. El ambiente, festivo al inicio, fue tornándose más histérico, pero no por ello el juego del Valencia, con el plan claro, fue volviéndose más precipitado. Kondogbia no llegó por poco a un cabezazo, se acumulaban saques de esquina. Y entonces llegó el segundo penalti, mucho más dudoso. Montoya, de nuevo, saltó por un balón aéreo con Benzema. Se produjo la inevitable carga en un duelo por alto. El delantero franco-argelino cayó al suelo, y nadie en el bando madridista reclamó la pena máxima. Ronaldo marcó de nuevo, lanzándolo por el lado opuesto al primero. Mestalla gritaba de desconsuelo, entre las ocasiones falladas, como una de Rodrigo en escorzo forzado, un penalti inexistente sobre Parejo y otra gota ácida del colegiado, al decretar el final de la primera parte en un córner a favor de los locales.

La piel de este Valencia de Marcelino está curtida ante toda adversidad. Por mucho que el encuentro estuviese casi sentenciado, una lectura potenciada con la sustitución al descanso de Guedes por Carlos Soler, con el Barcelona en el horizonte, el Valencia siguió insistiendo. En el 58 Santi Mina, el jugador que ejemplifica el espíritu de superación por encima de toda limitación virtuosa, recortaba distancias de cabeza, a la salida de un córner botado por Parejo.

En el 65, en una estupenda triangulación con Rodrigo, rozaba el segundo, salvado con el pie por Navas. El Madrid achicaba agua y hasta Modric desplazaba algún balón largo para arañar tiempo. La salida al campo de Zaza en el 75 fue saludada con entusiasmo, en un momento en el que al Valencia empezaban a pesarle las piernas. Le faltó aire en los pulmones al Valencia para intentar el arreón final. Sin gasolina en las piernas, Marcelo hizo el tercero tras un buen pase de Asensio entre líneas, para colocar un 1-3. El cuarto, obra de Kroos, sirvió para acentuar la incredulidad del partido visto en Mestalla.