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Ejercicio de supervivencia

Los 500 serán 50.000 en Mestalla

El Valencia aguanta ante el Barça en un Camp Nou que ve a Ferran Torres, pero no a Zaza, enfermo del estómago

Ferran Torres vivió en el Camp Nou una de esas noches que no olvidará. f. calabuig/sd

Más de 500 valencianistas desafiaron ayer al frío y a las expectativas, que eran mucho más gélidas. En el peor de los escenarios, se desplazaron al Camp Nou y animaron a la resistencia del equipo blanquinegro, que con solidaridad y pulmones cosecharon un resultado que, sin ser el ideal, deja lista la caldera para el encuentro de vuelta. Los 500 de anoche serán 50.000 en Mestalla.

Camp Nou experience

Gritos de «Llibertat» y fenómeno de masas

En el maridaje sociológico del Camp Nou convive el rasgo identitario nacionalista con el fenómeno de masas incondicional de un club convertido en una multinacional del entretenimiento. El Barça apela a las melodías de dolçaina de «Obrint Pas (primer grupo que sonó en los altavoces,), también los gritos de «Independència» y «Llibertat» de sus aficionados por la agitación social y política que vive Cataluña. Una estampa que convive con las luces de los móviles cuando se acerca Messi a sacar un córner, con los primeros planos en el videomarcador de aficionadas llorando a lágrima viva viendo a Busquets calentar, con los rumores aislados que más se aproximan al goce hedonista de los turistas que al rugido de los aficionados irreductibles.

El estadio presentaba una media entrada condicionada por el frío, la amenaza de una lluvia que cayó a rachas durante toda la jornada, la retransmisión televisiva en abierto. La atmósfera gélida perfecta para que el partido fuera discurriendo sin una presión ambiental considerable. No en vano, el Camp Nou registra la peor media de asistencia de la última década. No porque el público haya asumido la costumbre de vencer como una rutina anodina (que quizá, también). En los últimos tiempos ha proliferado, entre los socios «culés», la práctica de aprovechar el beneficio económico del Asiento Libre.

El plan

Paciencia y lenta hipnosis con la posesión 80 % - 20%

La estrategia del Valencia pasó por sobrevivir al primer tiempo y diluir el ambicioso mensaje de Ernesto Valverde en la previa, con el anuncio de finiquitar la eliminatoria en la ida, sabedor de la intimidatoria verticalidad de Mestalla con un marcador abierto. El partido se balanceó en un previsible reparto de la posesión del 80 %- 20% y Jaume, gato viejo, jugaba con la paciencia del público ganando tiempo en cada saque. La elección de Rodrigo y Vietto como delanteros llevaba como intención aprovechar su precisión técnica para el último pase, para aguantar la pelota. La timidez ante el temor a un Leo Messi que juega caminando y encuentra huecos en el pase entre nueve rivales metidos dentro del área, retardó el crecimiento del Valencia en el partido, hasta que el disparo de Montoya en el 45 introducía otra lectura. ¿Por qué no ir a por el premio mayor, Valencia?

Los duelos

Luis Suárez entra en combustión

La fría noche del Camp Nou entró en calor en la intrahistoria de cada duelo. Si Coutinho le hacía un sombrero a Carlos Soler, era contestado con una coz de capitán de Parejo. Gabriel Paulista y Luis Suárez se las tuvieran tiesas. En sus roces dialécticos, y con los codos afilados, había mucha herencia de calle, de partidos en potreros y en los descampados de favela, donde proceden ambos. Al Barça no le había servido el plano monólogo de posesión, retórica y sin profundidad. Perjudicó al Valencia que Luis Suárez entrase en combustión. Llevó el partido a un terreno más pasional. Una carga a Jaume, una falta en un control orientado, falcando de espaldas. El Camp Nou vitoreó el «Uru-gua-sho», como un cántico tribal. Segundos después, el charrúa de sangre caliente marcó el gol del Barça.

Ausentes y presentes

Ferran, todo el Camp Nou para él.. pero algo pasa con Zaza

Ferran Torres vivió una de esas noches que jamás se olvidan. Primer partido con ficha del primer equipo y un cuarto de hora por delante para disfrutar de una semifinal copera en el Camp Nou. Una imagen que contrastó con la de Simone Zaza, que ni siquiera salió a calentar. Al futbolista italiano se le vio sentado en las neveritas de agua con gesto indiferente. Nadie sabía entonces que estaba enfermo, como después desveló Marcelino.

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