El Valencia acumula cinco derrotas consecutivas y, sin embargo, el pesimismo no embarga ni a los jugadores ni al técnico ni a los aficionados. Señal de que el equipo ha mejorado tantísimo respecto al curso pasado que la gente se muestra comprensiva con un conjunto de actitud irreprochable, confiados todos en que hay tiempo para retomar el rumbo.

Hay margen para todo: la final de la Copa está al alcance el jueves ante el Barça y la plaza Champions en la Liga no peligra en esta jornada tras haber tropezado todos los perseguidores (Madrid, Villarreal, Sevilla y Celta).

El Valencia perdió en el Wanda Metropolitano porque no disparó ni una sola vez entre los tres palos de Oblak (como sucedió ya en la ida, con la diferencia de que entonces se resolvió con un empate sin goles). La sentencia anoche la marcó el trallazo de Correa desde el pico izquierdo del área.

Algo encogido por las bajas y por la magnitud de los tres últimos rivales, al Valencia le faltó ambición anoche hasta que recibió el gol de Correa. Entonces sí, ya con Carlos Soler y Rodrigo, el cuadro de Marcelino mejoró en la circulación del balón y merodeó el área de Oblak.

Pero, claro, el Atlético se defiende con todo, incluso con la permisividad del árbitro para acumular 18 faltas (muchas cortando contragolpes) y llevarse solo una tarjeta amarilla, la misma que recibió el VCF (Gayà) con tan solo cuatro infracciones.

Santi Mina no tuvo su día y perdió media docena de balones, algunos de los cuales acabaron en contras rojiblancas. Zaza tampoco pudo convertir en peligro ningún pase de sus compañeros. El VCF apenas llegó por los extremos puesto que las dos parejas dispuestas en cada lado (Vezo-Maksmovic y Gayà-Lato) estaban más diseñadas para defenderse. La línea de fondo rival no la pisaron.

La primera parte, sin embargo, dejó buenas sensaciones. A los pies de Parejo y Kondogbia, el Valencia mostró personalidad para defenderse sin faltas y trabajarse pacientemente el ataque. Le faltó disparar a puerta, pero eso siempre es arduo tratándose del Atlético de Madrid.

Dos líneas defensivas muy marcadas planteó Marcelino, que cerró el juego exterior rojiblanco con dos parejas muy aplicadas: Vezo y Maksimovic por la derecha y Gayà y Lato por la izquierda. La sorpresa fue ver a Lato por delante de Gayà. Los pequeños laterales jugaron con la misma valentía y entrega de siempre.

Simeone había alineado a todo su potencial ofensivo: Carrasco, Correa, Griezmann y Diego Costa. La intención era imponer su ritmo desde el primer momento. Neto voló hacia su costado izquierdo para sacar un cabezazo de Diego Costa. El hispano-brasileño se había apoyado en Gayà en el salto sin ser amonestado por el árbitro. Fue extraño ver al de Pedreguer tratando de parar a Costa en las acciones a balón parado, por la diferencia de estatura a favor del hispano-brasileño.

La segunda parte arrancó con una desafortunada acción que acabó con Godín malherido. Neto salió a despejar de puños un centro al área y se encontró con la mandíbula del central uruguayo. El Atlético perdía así a sus dos centrales titulares.

Sin frescura final

Tras unos momentos de incertidumbre en el Wanda, el Atlético recuperó el hilo con un zapatazo de Correa a la escuadra de Neto. Kondogbia y Lato dudaron sobre quién correr a tapar a Correa. El argentino tuvo demasiado tiempo y espacio para pensar. Su golpeo fue extraordinario.

Marcelino reaccionó mandando a sus jugadores, ahora sí, al ataque. Entraron Rodrigo y Carlos Soler. El Valencia iba a ser más proactivo, pero Santi Mina siguió sin devolver una sola pared.

El Atlético solo vio la amarilla cuando Gabi, en el 74, zancadilleó a Carlos Soler. El Cholo se vio en apuros y pidió el apoyo de la gente. El árbitro, Iglesias Villanueva, le perdonaría más tarde la roja al capitán rojiblanco por un agarrón a Kondogbia cuando el francés había iniciado una contra.

El Valencia quiso atacar con todo, pero no pudo. Faltó desborde y frescura. Chocó contra el muro de Simeone. Y un sinfín de faltas. Si Guedes llega ante el Barça, la historia puede ser otra.