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La tranquilidad de perder seis partidos seguidos

La tranquilidad de perder seis partidos seguidos

Recapitular, antídoto contra dramas. En apenas unos meses el Valencia, síntesis del caos, desgarrado, ha luchado por entrar en la final de Copa -a disputar en un estadio con el alicatado de los baños en orden- y mantiene a principios de la segunda vuelta su plaza Champions. La tendencia es descendente y desde la derrota en Getafe (3 de diciembre), los números generales están lejos de un equipo en alza. No es un problema de un mes repleto de partidos, más bien un trance irregular que ya dura dos meses y que ha ido a peor.

El equipo necesita evolucionar y no vivir del recuerdo. Al equipo le urge una etapa de partidos con continuidad en el once y menos vaivenes en la rueda de jugadores (las lesiones lo siguen impidiendo). El equipo se confunde con tanta variedad en su delantera y la llegada de Vietto más bien parece haber desequilibrado un orden estable. Que sí. Sin embargo, conviene recordar algunas cosas.

Paulista era un descarte del Arsenal. Montoya venía de jugar tres partidos en el Inter y ser lateral del Betis durante un rato. Gayà lleva años como una fenomenal promesa de sólido lateral y en ello sigue. Maksimovic procede de un equipo de Kazajistán. Vietto y Coquelin, refuerzos de invierno, son descartes del Atlético y el Arsenal (qué fantasía: el jueves el Barça se encomendó a Coutinho, el Valencia a Coquelin). Santi Mina y Rodrigo no nos servían. Ellos vienen siendo el engranaje de la máquina estas semanas.

Ante la tentación de ponernos farrucos y enfocar las lagunas del grupo (espoiler: hace aguas por varios flancos), la conciencia a fuego de que es el inicio de un camino para el que ahora se ponen las bases. Por primera vez desde hace algún lustro hay una percepción cooperativa de que quien dirige deportivamente este equipo tiene un proyecto, unas intenciones, y está dando los pasos fundacionales.

Esta exótica sensación de perder seis partidos seguidos y convivir con tranquilidad es deudora de una confianza a medio plazo. Mestalla, para los expertitos foráneos, es también un campo de comprensión continua cuando hay una hoja de ruta abierta al público.

La gente espera, entre convencida y creyente, que el equipo se reponga, que siga dando la cara incluso bajo mínimos. Los jugadores, en lugar de aprovecharse, tienen aquí la oportunidad de conformar un grupo con presente. La tranquilidad es un estado de ánimo de recorrido limitado.

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