El Valencia ya gana con la limpieza orquestal de los equipos grandes. Ayer en Leganés

De nuevo Rodrigo, siempre Rodrigo. El delantero que arrastraba todas las etiquetas y prejuicios del llamado «fútbol moderno» cuando vino al Valencia. Un fichaje caro cedido por un fondo inversor de Singapur. Rodrigo ha superado todos las suspicacias con trabajo, calidad y una implicación que habla de arraigo y desmonta topicazos. No suena postizo que al marcar su decimocuarto gol en Liga (19 sumando la Copa y selección) se agarrase un escudo que es muy suyo. Un gol que significa el decimonoveno triunfo de la temporada, el octavo a domicilio. El Valencia regresará a Europa con la contundencia del club que ya ha disputado, y en distintas décadas, las finales de todas las competiciones continentales.

Asier Garitano obsequió al Valencia con una tupida telaraña táctica, que insensibilizó el ritmo del partido. Al cuadro de Marcelino le gusta correr, llegar al área contraria con pocos y al primer toque, pero el 5-4-1 fortificado por el Leganés impidió que los blanquinegros manejaran la pelota con velocidad en campo contrario, reduciéndolo en la primera mitad a ser un equipo rígido y altamente previsible.

Eraso y Rubén Pérez cortaban los amagos de contragolpe iniciados por Carlos Soler y Guedes. El desarrollo del encuentro pudo haber cambiado en el minuto 8, cuando se invalidó por fuera de juego inexistente un pase a Carlos Soler, que entregaba el gol hecho a Simone Zaza. El partido se jugaba en pocos metros y para evitar la presión local, otro recurso del Valencia fue el balón largo hacia el delantero italiano, sin éxito. Rodrigo también intentó abrir grietas ofreciéndose para recibir de espaldas. Sin posibilidades por la banda, Guedes transitó por zonas interiores. Lo intentó siempre, pero persiste en un bloqueo mental del que solo se liberará con un gol. El marco beneficiaba el perfil de futbolistas como Garay y sobre todo Kondogbia, de nuevo presente en todos los duelos.

El Leganés ensanchaba el campo en ataque con sus dos laterales largos, y acumuló algunos córners. También contó con la única ocasión clara de la primera mitad, con un disparo desde la frontal de Gabriel Pires, algo centrado pero muy fuerte. Jaume no se complicó y despejó de puños.

De la charla de Marcelino en el descanso salió el Valencia revolucionado en la reanudación. Parejo agarró el timón, se empezaron a trenzar superioridades por dentro y por fin se pisó área. En el 53 Kondogbia estuvo cerca de llegar a un centro muy intencionado de Soler. A los pocos segundos, Zaza voleaba en el segundo palo, pero se interponía un central.

Era sin duda un Valencia más agresivo. Se vio en el gol de Rodrigo. Parejo y Kondogbia agobiaron la salida de pelota de Rubén Pérez hasta forzarle el error. El balón le llegó a Rodrigo, que no se lo pensó. Su disparo, el primero del Valencia entre los tres palos, sorprendía a Cuéllar.

Con el 0-1, el Leganés asumía riesgos, retirando un central para colocar a Beauvue. Era el marco perfecto para que el Valencia tirase contragolpes, de ahí el movimiento de banquillo de Marcelino sacando al césped a Ferran Torres y Vietto. Pero la realidad es que el empuje del Leganés encerró a un Valencia al que no le duraba la pelota. Los zagueros no se inquietaron y si hacía falta Jaume sacaba siempre los puños, como Mazinger Zeta, para proteger una nueva victoria con el pragmatismo reencontrado de un equipo grande.