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Es la resiliencia, home

Es la resiliencia, home

Qué limbo, la hamaca de la competición, la fase en la que has conseguido tus objetivos sin todavía sellarlos y te escapas de la temporada para fantasear sobre el futuro. En abril ya empezó el mercado de verano en lo que amenaza con ser el estío más largo de nuestras vidas. Buah con el cambio climático.

Fichajes, rumores y un empeño principal: poder retener a Andreas Pereira e impedir que el United nos los birle, tan comprometido como está con triunfar con el Valencia tras su destacada campaña.

Marcelino ha encendido su narrativa post temporada en una advertencia que traducida vendría a decir: eh, que no estaré aquí para siempre, recordad valoradme al corto plazo y no pensemos tanto en el futuro. No se ve mucho tiempo en el Valencia, un signo de clarividencia: quién puede ser tan engreído para, hoy en día, creer que va a pasar mucho tiempo en el mismo empleo...

Pero ante el día D y la posibilidad de consagrar el pase a Champions, siento un extraño orgullo de club. No es solo un «al loro, que estábamos muy mal€» y mira cómo hemos cambiado, es sobre todo cierta admiración a la capacidad que tiene el Valencia para regenerarse incluso tras la peor de las plagas.

La entrada en Champions ha tenido liturgias muy diversas en Mestalla, desde el éxtasis de aquella primera vez con Ranieri despidiéndose, a la rutina mustia de la frecuencia. Ésta es la ocasión de apelar a la persistencia de una entidad que incluso cuando peor acaba volviendo.

Sobrevivimos a un claro ejercicio de desmontaje de un club, con propietarios intentando secuestrarse, empresarios fake falsificando su identidad para liquidar al Valencia, arribistas de usar y tirar, fondos buitres, un nuevo estadio fallido, guerracivilismo y procesos de venta enconados, propietarios desnortados, experimentos locos en el banquillo€ Todo en una década. Y a pesar de ello, aquí el Valencia.

Estamos cansados de hablar de clubes que se fueron al abismo tras una una grave crisis económica, que creyéndose inmunes fenecieron tras coquetear demasiado con la frivolidad deportiva, que colapsaron de tanto maltratarse. El Valencia ha estado cerca. Pero el regreso a Champions es también la reafirmación de una cualidad destacable: un club tan flexible como para adaptarse a los peores tiempos y, aunque magullado, salir de allí. Lo llaman resiliencia, qué palabra tan esnob.

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