Hace unos días, Fernando Roig ya daba por hecho que el Valencia jugará la próxima temporada la Liga de Campeones. Eso pensamos todos. Pero matemáticamente y a la espera de que el Betis nos eche una manita antes de jugar contra el Villarreal, rien de rien. ¡Alto! Ante el Eibar, con todo el festín preparado, ya se aprendió que no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo. El Villarreal no lo pondrá fácil y la juventud y ansiedad de este Valencia puede ser el mayor rival. Salir victorioso del estadio de La Cerámica será? magnífico. A falta de sellar la clasificación, la gran victoria del Valencia es ver cómo ha sabido renacer de sus cenizas. ¿Se han dado cuenta de los niños que van por la calle vistiendo la camiseta del Valencia? Yo sí y son muchísimos. En solo una temporada, Marcelino y los suyos -me imagino hoy al asturiano celebrando el billete a la Champions eante su exequipo- han conseguido atraer a la fe valencianista a muchos peques que aún no se habían decantado o que, arrastrados por los éxitos del Barcelona y Madrid, andaban algo mareados. Ahora, con orgullo, proclaman a los cuatro vientos su valencianía. Ojalá, esto no haya hecho más que empezar.
