El Valencia cerró su brillante temporada con una victoria frente al Deportivo en una matinal resumida en las ovaciones que en la segunda mitad se llevaron tres de las estrellas del equipo. El goleador Simone Zaza, el capitán Dani Parejo y Rodrigon fueron aclamados en sus sustituciones, al igual que Gonçalo Guedes al marcar el segundo tanto. Un gesto de celebración y gratitud pero que lleva también aparejada una súplica, la de una continuidad que en muchos casos queda en el aire. Mestalla opinó: quiere verlos de nuevo en unos meses jugando la Champions League.

Vestido con la segunda camiseta que se lucirá en el año del Centenario, el Valencia dominaba un partido sin tensión clasificatoria, con los dos equipos con ganas de agradar pero con un ritmo más bajo que el habitual, con tiempo para recinir la pelota y pensar qué hacer con ella. Marcelino introdujo caras menos habituales, como Jaume, Nacho Vidal y Maksimovic, mientras que Seedorf también renovó el once de un Deportivo que se despedía de la categoría.

La primera ocasión no llegó hasta el minuto 23, en una escapada de Rodrigo. El gol llegaría instantes después, en el 27, obra de un Simone Zaza sobre el que colgaba el interrogante de su posible último partido como valencianista. El delantero de Metaponto recogió un mal rechace de Fernando Navarro, después de un centro en rosquita al segundo palo de Gayà. Mestalla coreó el nombre del internacional italiano (que dedicó el gol al utillero Serreta, que se jubila) y confirmaba la incómoda disyuntiva para el club de Mestalla de cara al mercado de verano: ¿hay que traspasar a un delantero que no encaja en el ideario táctico de contragolpe, pero que marca goles y tiene una enérgica conexión con la grada?

El partido avanzaba en un trote errático, con algunas imprecisiones, sobre todo de Guedes en los pases largos. La sentencia pudo llegar en el minuto 41, luego de una paciente jugada elaborada con mucho toque corto entre Zaza, Gayà, Parejo y Maksimovic, antes de llegar a Rodrigo, que buscó una rosca al palo largo, ligerísimamente desviada, que habría supuesto un gran gol. Justo después vino una la única situación que rompió la armonía en la matinal, cuando Mestalla recriminó con una sonora pitada a la Curva Nord que cantase "A segunda, a Segunda" al Deportivo. Hasta jugadores como Parejo y Gayà realizaron gestos de desaprobación.

El Valencia salió con otro impulso en la segunda mitad, coleccionando dos ocasiones en el primer minuto, con un disparo desde la frontal de Parejo y un remate a bocajarro de Rodrigo. El Deportivo buscó un revulsivo con la entrada de Lucas Pérez, silbado por Mestalla por su negativa a fichar hace dos veranos por el recuerdo de la rivalidad entre los dos clubes de mediados de los 90, con el penalti de Djukic y la final de Copa. Zaza perdonó el segundo con un cabezazo al larguero, justo antes de ser sustituido. La segunda mitad fue la de los homenajes. Marcelino supo elegir bien los cambios, para que los referentes del equipo fueran ovacionados. Primero Zaza, luego Parejo y después Rodrigo. Todos ellos aclamados y sin señales interpretables en sus gestos de estar despidiéndose. En un cántico contagiado desde la Curva, Mestalla pidió la internacionalidad de Parejo y Rodrigo.

El partido entraba en una fase lúdica que pareció relajar a los locales. El Depor se acercó por alto a Jaume, pero fue Guedes quién acarició el gol con una vaselina desde 30 metros desviada con dificultades por Koval.

El gol se le había resistido al jugador portugués durante toda la segunda vuelta, hasta que en el minuto 77 definió una deliciosa jugada iniciada con un pase de cuchara de Soler, el destello de clase del taconazo de un Vietto reactivado y el disparo de puntera de Guedes. La afición le pidió que se quede. Por él no será. Con el encuentro sentenciado, el Valencia bajó los brazos y el Deportivo exhibió una furiosa reacción. Lucas Pérez recortaba distancias en el 80. Un minuto después, Jaume Doménech evitaba el empate con una doble parada. El meta de Almenara sacaba brazos y piernas para detener el aluvión de oportunidades de un Deportivo descendido pero preñado de orgullo. Una temporada tan eléctrica merecía el broche de una victoria. La fiesta acabó con la melodía tan añorada de la Liga de Campeones sonando por megafonía y Mestalla cantando feliz.