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El VAR de Diakhaby

El VAR de Diakhaby

La llegada de los nuevos fichajes a Manises es patrimonio inmaterial de la humanidad valencianista. Debería tejerse una correlación entre cómo aterrizan, sus primeros pasos por la terminal, y su posibilidad posterior de éxito. A Banega, pobre, unas ramas de naranjo le taponaban su tránsito. Mal presagio.

Mouctar Diakhaby -tiene nombre de jugador del Levante- llegó con paso firme, vestido con un mono que no se sabía si venía a camuflarse tras una larga misión por los cielos o a jugar una partida de paintball (cada día al levantarme vivo con miedo de que a alguien me haga ir a un paintball o un escape room). Los primeros síntomas no pueden ser más positivos. Además, nos parece un defensa caro, y ya se sabe lo que ocurre cuando un defensa nos parece caro. Abdennour nos parecía un fichaje de precio conveniente.

Mientras Diakhaby llegaba a Manises, Gabriel Paulista hacía pruebas de tiro y lo relataba en Instagram. Garay estaba en Disney París. La defensa del Valencia no puede ser más transversal. Mejor no saber qué hacía Murillo.

Ellos serán los encargados de regatear al VAR en área propia, un reto descomunal para las defensas pardillas, expuestas ahora a un Gran Hermano continuo y a que un tipo dibuje repentinamente con las manos en el aire la figura de un televisor. ¿De verdad no hay otra manera? Es importante cuidar los códigos y el árbitro de campo va camino de quedar relegado a auxiliar a pie de pista, a expensas de la torre de control, haciendo dibujitos en la nada.

Hay grandes esperanzas ante el VAR. Los avances tecnológicos siempre nos generan una carga de endorfinas y optimismo que rápidamente se demuestra exagerada. Entramos en una etapa en la que el reto, más bien, será hacer que parezca un accidente. Como cuando los futbolistas empezaron a hablar tapándose la boca. O peor, como cuando los aficionados tuvimos que mantener cierta integridad en las gradas para no acabar de pánfilos en Lo que el ojo no ve.

Por un extraordinario Mundial de cruzada contra las injusticias, con japoneses jugando a no ver tarjetas, imaginamos la Arcadia feliz de una liga sin injusticias. Jiji, claro. Al VAR todavía le falta desarrollar su vis cínica, hacer como que no ha visto nada.

Me relamo pensando en esos minutos eternos en Mestalla con toda la muchedumbre gritando «burro, burro» a una habitación con televisores. Diakhaby camuflándose como si nada hubiera sucedido. Y Lahuerta tuiteando después: «¿Alguien ha dicho que el primer gol con VAR fue el de Fabio Aurelio en Málaga?».

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