Con solo 60 minutos de juego, en su estreno contra el Galatasaray, Uros Racic ha eliminado varias de las etiquetas que envolvían a su fichaje. Por juventud (20 años), inexperiencia en una gran Liga, el bajo coste de su fichaje (2 millones de euros) y por la barrera idiomática (solo habla serbio y no tiene nociones de inglés), se encasillaba prematuramente su incorporación como un fichaje de futuro, condenado a buscarse una salida como cesión para ganar experiencia.

«Ha jugado francamente bien», aseguraba tras el encuentro frente al Galatasaray Marcelino García Toral, poco partidario de regalar adjetivos individuales a sus jugadores, y sí priorizar más el bloque. Días atrás, en la rueda de prensa por su ampliación de contrato, el técnico ya advertía en público algunas de las virtudes que el joven centrocampista serbio plasmó sobre el terreno de juego.

El temperamento de Racic se ha impuesto a todas las cautelas. Contra el Galatasaray se vio, por encima de todo, a un futbolista con ambición y una confianza ciega en sus posibilidades. Desde el plano futbolístico, Racic apareció como un jugador con mucha presencia física a la hora de cortar juego, pero también con iniciativa a la hora de crear, con valentía para probar gestos técnicos o buscar el disparo desde media distancia.

Racic supone un caso distinto al del año pasado, con Nemanja Maksimovic, que tenía más fama precedida por haber marcado el gol de la victoria de Serbia en el Mundial sub 20 de 2015. Sin embargo, el idioma, la inexperiencia y el lastre de venir de una liga menor, como la de Kazajstán, hicieron que la adaptación de Maksimovic fuera mucho más lenta. Racic empezó a entrenar por su cuenta en vacaciones y ha acelerado sus clases de castellano.

Fuera del fútbol, a Racic le gusta practicar el tenis y desconecta yendo a pescar con su padre en el río Ibar a su paso por Kraljevo, su localidad natal, una tranquila población al sur de Belgrado.

Racic responde al arquetipo de futbolista patrocinado por el director del área técnica. Es decir, jóvenes con proyección y, debido al profundo trabajo de mercado de Longoria, desconocidos para el gran público y aún situados fuera del radar de los grandes clubes, lo que implica un precio asequible.

Con esos parámetros se explica la llegada de Racic, así como el interés mostrado por el mediocentro francés Zaydou Youssouf, de 18 años, del Girondins o Cedric Augarreau, talento de 17 años del Olympique de Lyon. Jugadores que Longoria ya tenía en su agenda desde su etapa en la Juventus y que encajan a la perfección en el proyecto pensado por Peter Lim. El máximo accionista está encantado con la idea de fichajes de bajo coste que puedan repercutir en un retorno de rendimiento deportivo, pero además, también económico a medio plazo.