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El equilibrio perfecto

La histórica temporada del Centenario escribe su primer capítulo esta noche en Mestalla. El estreno agotará el papel, como no podía ser menos. Se viene el Atlético de Madrid, flamante campeón de la Supercopa de Europa -hubo un tiempo en el que el Valencia era el único español que la había ganado-, tras unas intrincadas negociaciones para el traspaso de Kevin Gameiro. No estaría de más, por cierto, que Marcelino proporcionara al francés la oportunidad de ejecutar su particular vendetta mediada la segunda parte. Simeone, centrado únicamente en la observación de su ombligo, le ha hecho pasar las anacoretas este verano.

Pero vamos a lo importante. Desde hoy y hasta el último minuto oficial de la temporada, todos los partidos son trascendentales. Comienza el año en el que dignificar la memoria de los señores Milego y Medina, Don Luis Colina, el irrepetible Vicente Peris, así como los millones de anónimos valencianistas que asistirán a los 100 años de vida del murciélago desde su palco más allá de las nubes. Por ellos, por los peques que despiertan a la fe de Mestalla y por todos los que la profesamos desde que tenemos uso de razón.

La divina providencia y, por qué no decirlo, Peter Lim han querido que para tan señalada efeméride el club goce del escenario institucional más lógico de, como poco, la última década. La última semana ha servido para escenificar de forma pública la coherencia en la distribución de roles que ha llevado al Valencia de regreso a la Champions League. Anil Murthy, desde su isla de representatividad del universo Meriton, hace las veces de embajador de Singapur en la Avenida de Suecia y disfruta como un niño con zapatos nuevos presentando jugadores en Paterna. Le ha cogido gusto a la presidencia ahora que reina la estabilidad y sabe a quién debe agradecérselo públicamente. Raro es el discurso de bienvenida a un futbolista en el que no menciona a su director general.

El último en apuntarse a la moda ha sido Marcelino . El técnico asturiano definió el sábado a Mateo Alemany como «uno de los mejores directores generales del mundo». No le faltan razones para ello. El Valencia cuenta con una plantilla mucho mejor que la temporada pasada y a años luz por encima de la mediocridad que llevó al murciélago a flirtear con el descenso en los años oscuros de Neville y compañía. A falta de Guedes, que vendrá, el trabajo en los despachos ha sido impecable. Ahora es el turno de los jugadores. Ellos son los responsables de hacer que perviva el legado de Montes, Cubells, Eizaguirre, Amadeo, Mundo, Puchades, Claramunt, Sol, Arias, Fernando o Albelda entre muchísimos otros. Ese legado que ha hecho del Valencia un equipo legendario, un club que no ha cerrado una década sin levantar un título al cielo de Mestalla. Que esta no sea una excepción.

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