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OPINIÓN

LO LLEVAMOS EN EL ADN

Si alguien esperaba que, por cumplir cien años, alguna fuerza del más allá iba a interceder para que el Valencia ganara todos los partidos y consiguiera el triplete, bienvenidos a la cruda realidad. Tres puntos de doce posibles -diga lo que diga Marcelino el equipo no ha merecido muchos más- y varias dudas razonables al respecto tanto del juego del equipo como de su posicionamiento sin balón en el terreno de juego. Llevamos casi veinte años con la cancioncita de que el fútbol nos debe una por la tanda de penaltis en la final de la Champions contra el Bayern de 2001 y no es así. El fútbol no nos debe nada. Los alemanes fueron mejores desde los once metros y punto. No escuché ni leí a nadie decir que el fútbol le debía una al Real Madrid por las ligas que gritó Mestalla en 2002 y 2004. El Valencia fue superior y justo campeón.

Solo hay un camino para que esta temporada del Centenario sea tan maravillosa como todos soñamos: mejorar. Mejorar mucho, de hecho. Y no pasa nada por decirlo, más bien todo lo contrario. El que vea en columnas como ésta un intento de desestabilizar puede dedicarse a abrazar farolas. La única forma de ayudar que conozco en situaciones como la que nos ocupa es la crítica constructiva. Así que vamos a ello. En situaciones de bloqueo mental tan evidentes suele funcionar un regreso a los orígenes. ¿De dónde viene el éxito de la pasada campaña? Desde luego no viene de ganar partidos 5-3 ni 4-2. Tampoco de juntar en el campo a tres delanteros - Rodrigo en banda es un sacrilegio-. El Valencia 17/18 maravilló a media Europa juntando líneas, trabajando con eficacia en la recuperación de la posesión y explotando a la perfección el contragolpe. Pues esas son las teclas en las que tiene que insistir el entrenador.

Es innegable que ese maldito tobillo de Kondogbia frustra bastante el plan inicial. Todavía ausente Coquelin, no quedan perros de presa en el fondo del armario. Pero el cuerpo técnico debe perseverar durante la semana en el repliegue sin balón. Ante el Betis fue muy evidente que los jugadores no se sienten con confianza para salir a la presión muy arriba. El intento de apretar a los tres centrales verdiblancos apenas se mantuvo en los diez primeros minutos de cada parte. Si la falta de victorias genera ansiedad y falta de seguridad, hay que meterse atrás, dejar la portería a cero y optimizar un sistema de juego que explote las virtudes de jugadores muy verticales a la contra como Rodrigo, Gameiro y, sobre todo, Guedes. La confianza para desarrollar un plan más elaborado llegará, como toda la vida, a medida que el grupo vaya ganando partidos.

No les extrañe que el primero sea el miércoles. Está en nuestro ADN, en nuestra historia. Nadie daba un duro por el Valencia en plena de crisis de resultados tras un pésimo arranque (cinco jornadas sin ganar) en la temporada 1999/00. Y aquel equipo que dirigía Cúper se impuso 2-3 en el Santiago Bernabéu. Unos años antes, ni el más optimista de Mestalla soñaba que en el 96, el Valencia doblegaría al Bayern tras arrancar la Liga con dos derrotas ante Racing y Real Sociedad. Y Oliver Kahn tuvo que ir tres veces a rescatar el balón de las mallas tras ser vacunado por Engonga, Piojo López y Gabi Moya. El murciélago cumple cien años y hay que hacer honor a los ancestros. Nunca lo hemos tenido fácil. Así de jodido es ser del Valencia. Y de bonito, claro.

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