Al séptimo intento el Valencia ha roto el maleficio. El equipo blanquinegro ha conseguido en Anoeta frente a la Real Sociedad la primera victoria de la temporada, gracias al gol de Gameiro y la parada decisiva de un penalti a cargo de Neto. Pero más allá de la liberación del primer triunfo, del regreso a la normalidad, los tres puntos cobran relevancia por su factura. Se ha visto a un Valencia con personalidad, que supo madurar el partido con el liderazgo de Carlos Soler, con los buenos movimientos de Batshuayi y Gameiro, cada vez más cerca de su mejor versión. No fue la típica victoria desesperada con la que se corta una mala racha. El Valencia se va de Donosti, y ya piensa en el reto de Old Trafford del próximo martes, con la mentalidad reencontrada de un equipo con más automatismos, mejor oficio, con otra confianza. Un triunfo de gran repercusión anímica.

El Valencia fue creciendo con el paso de los minutos, sobreviviendo no solo a la calidad del rival sino también a sus propios miedos. Las dudas lógicas de siete partidos seguidos sin ganar afloraron en el primer cuarto de hora. La Real Sociedad se movía con nervio y el Valencia replicaba con un ritmo vacilante, con síntomas de descoordinación como realizar varias entradas lanzándose al suelo y que provocaron la tempranera tarjeta de Toni Lato, castigado a la primera por Gil Manzano.

Era necesaria una acción, un clic, que cambiase la mentalidad colectiva al Valencia, que le devolviese la personalidad, cierto orgullo de equipo con fuste. Y esa acción la protagonizó Kondogbia al crear superioridad en el centro del campo aguantando el balón de las embestidas de hasta cuatro contrarios. Salió ganador de ese arriesgado duelo y cedió a Parejo, que buscó el desmarque de Gameiro, taponado con falta al borde del área. La jugada no había acabado en gol, ni siquiera en peligro, pero se reveló fundamental para calmar el pulso errático de los blanquinegros.

Entonces, poco a poco, los movimientos del Valencia volvieron a obedecer a una lógica, a una mayor constancia. Contribuyó Batshuayi, que conforme alcanza la plenitud física va descubriendo los matices de su juego. Aguantaba bien de espaldas y lanzó dos pases filtrados al desmarque en ruptura de Gameiro. En la primera, el francés fue cazado en fuera de juego y su gol fue bien anulado. En la segunda, con otro envío intencionado del delantero belga, Gameiro equivocó el control e Illarra le quitó el balón. A la tercera hubo premio. En el gol de Gameiro hay que destacar la manera en la que se facturó. No hubo prisa, no se precipitó la jugada, a pesar del ansia instalada por volver a ganar. El ataque se ejecutó con paciencia. Kondogbia a Parejo, el capitán a Cheryshev. El extremo ruso, un futbolista intuitivo con tendencia a apresurar sus decisiones, envió un pase raso y potente al segundo palo, por donde apareció de nuevo Gameiro para empujar el balón a placer. Un gol crucial para activar la motivación del delantero galo, que viene de una temporada muy sfrida en el Atlético y que todavía no se había reivindicado en el Valencia, entre rotaciones y los balones al poste en el derbi contra el Levante UD.

El Valencia defendía el 0-1 con entereza, soportando sus las limitaciones defensivas de una zaga inédita. Apareció Neto, que necesitaba también un partido protagonista, con el rol de salvador. El meta brasileño atrapó un peligroso disparo cruzado de Rodrigues y también voló para despejar de puños un cabezazo picado de Elustondo.

Garitano, que en el primer acto ya tuvo que incorporar a Rubén Pardo por la lesión de Mikel Merino, introdujo en la reanudación a Sandro, buscando mucha más finalización. El Valencia reaccionó a la sacudida inicial de los locales con una clara ocasión de Batshuayi. Con síntomas de agotamiento físico para aguantar la pelota como lo había hecho en la primera mitad, el delantero cedido por el Chelsea fintó el marcaje y chutó fuerte y seco, con buena respuesta de Moyà.

La entrada de Guedes, reservado para la batalla de Old Trafford, se antojaba fundamental. Tanto para estirar el campo como para evitar la segunda tarjeta amarilla a Cheryshev, marcado de cerca por el público de Anoeta en cada falta que hacía. A los dos minutos, el atacante luso ya se había marcado un esprint abortado en falta (y clara tarjeta) por Zubeldia. La fortuna, tan traicionera en este arranque de campeonato, sonrió al Valencia en el minuto 66. Lato derrumbaba a Rubén Pardo de forma clara dentro del área, después de una combinación realista en la que fue superado Parejo con un caño y con Diakhaby llegando tarde a la anticipación. Gil Manzano perdonó la expulsión al canterano y Neto se agigantó para repeler con la tibia la pena máxima lanzada por Willian José.

Con Rodrigo y Coquelin completando los cambios, el Valencia encaraba la parte final del partido con gran personalidad. La de Soler para amasar la posesión, los cambios de ritmo de Guedes, las infinitas variantes atacantes que dibujaba Gameiro? Solo faltaba la sentencia. Se repetía el desafío de los últimos minutos ante el Celta, cuando la mente de los jugadores se obsesionó más con el videomarcador, con la primera victoria a las puertas, que en lo que sucedía en el campo. Se remató el triunfo con las mejores señales. Las de un equipo con personalidad.