Carlos Soler era un adolescente tímido que con 15 años pedía entradas para ver los partidos del Valencia en la Tribuna de Mestalla y solo seis años después es uno de los referentes indiscutibles del club que le aguanta un duelo de miradas a Paul Pogba en Old Trafford. El centrocampista valenciano ha repasado los pormenores de su fulgurante carrera en una entrevista en el nuevo número de la revista Panenka.

El internacional sub´21 reflexiona de cómo enfoca el fútbol en el césped, como una vocación de la que disfruta: "Yo disfruto en el campo. Quizá entré con una sonrisa diferente a la que pueda tener ahora, ya metido en la dinámica de estar en un primer equipo, quizá la frescura ya no sea la misma, te instalas en la rutina. Pero entrenando, jugando, con la confianza de un entrenador que habla contigo, con buena relación con los compañeros. Al final eso es lo que te hace jugar sin pensar y que las cosas salgan más fáciles".

En la citada entrevista, Soler se muestra partidario de rehuir de las comparaciones que le han acompañado desde su aparición en el primer equipo, en una época marcada por la crisis de resultados y la necesidad de encontrar nuevos referentes: "No me gustan que me comparen. Yo soy yo y Mendieta es Mendieta y Baraja es Baraja. Cada uno tiene sus virtudes. Como entré en una época complicada aportando aire fresco, quizá la gente vio en mi un referente siendo valenciano y de la cantera". Unas expectativas que se traducen en una presión que, según confiesa, le tiene que enseñar a tener más fortaleza mental: "Es presión, pero es que la presión te llega de ahí y de todos los lados. Si un futbolista mira las redes sociales se puede volver loco. Tienes que ser fuerte mentalmente. Quizá yo esa fuerza la vaya cogiendo con los años".

En la entrevista concedida a Panenka, además de tratar muchas de sus inquietudes personales, Soler también habla de las diferencia existentes entre las dos demarcaciones en las que juega, como extremo o mediocentro, y que son motivo de debate constante en el valencianismo. "Cambia muchísimo. Por fuera se tocan muchos menos balones que por dentro. Me gusta estar más en contacto con el balón y por fuera debo estar más certero en cada aparición. Aparte la posición cambia, cuando recibes tienes al lateral cuando antes tenía a un mediocentro y debes orientarte de forma distinta. Me voy adaptando pero faltan conceptos por coger. No pasa nada, soy joven y juego a gusto".