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Él ya lo dijo

Él ya lo dijo

Nos ha vuelto a pasar. Claro que a ver quién es capaz de contenerse. El verano, que ya no existe ni tan siquiera en esa memoria a corto que segrega la vergüenza propia, se ha quedado muy a lo lejos. Le hemos cambiado la hora. Los párrafos que pasaron ya nos piden cuentas, dispuestos a sonrojarnos.

Todas las alabanzas que en verano disparamos, todas las lisonjas sobre una política deportiva modélica, toda nuestra virtud para pronosticar lo mucho que había mejorado el Valencia en su delantera, todo el orgullo alfa sobre los arietes que le adelantábamos al Sevilla. El Valencia tenía uno de los mejores ataques de Europa, salvo por el mínimo detalle que todavía no se habían puesto a jugar.

El sabio dirá que debíamos haber tenido prudencia, que pecamos dando por hecho un equipazo que estaba por ver. Incluso hicimos las cuentas de la vieja creyendo que el equipo, automáticamente, sería mejorar por incorporar piezas más polivalentes.

Del «deixeu-me parlar» de Ortí en un verano sudoroso ante los tanques populares -a las puertas de una de las mejores temporadas de la historia- al síndrome del «Ja tenim equip», teorizado por Paco Gisbert, y a partir del cual fabulamos y nos montamos castillos en el aire partiendo de ligeras premisas. Malditos veranos.

El desconcierto de ver incumplidas nuestras propia profecías. El ataque más inerte de occidente. Otra lección de vida: extrañamente las pirulas que uno se monta en su cabeza se acaban cumpliendo. Menos si esas pirulas son colectivas. Estamos en ese momento suspiro, de pleno desconcierto, en el que igual creemos que está todo perdido o consideramos que con un pequeño cambio el Valencia volverá a tener un juego torrencial. Bien pensado, pueden ocurrir cualquiera de las dos cosas de un momento a otro. Dependerá de la fortaleza frente a las dudas de unos cuantos tipos.

Pero lo peor no fueron nuestras profecías veraniegas y eufóricas -un gesto de viveza-, lo peor es la amargura del que esperaba la debacle para musitar entre amargura: «Yo ya lo dije». Listillos.

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