Ni Zarra, ni Messi. Una misma figura aparece entre noviembre de 1993 y mayo de 2001, entre el momento de mayor hundimiento del club y la culminación de su consagración internacional, entre la noche negra en Karlsruhe y la Champions League que se llegó a acariciar en San Siro. Oliver Kahn, presente y decisivo en los dos partidos, se puede catalogar como el gran ogro de la historia centenaria del club. Las paradas del meta germano (Karlsruhe, 1969) en la eliminatoria de 1993 mantuvieron en vida al Karlsruher. Y su aparición en la tanda de penaltis de la final de la Champions de 2001, parando penas máximas a Zahovic, Carboni y Pellegrino, privó al VCF de su cima histórica.