Nada hacía presagiar, absolutamente nada, la debacle del Valencia CF en aquella fría noche alemana de 1993. Sólo 15 días antes, el 20 de octubre, en el partido de ida, el conjunto dirigido por Guus Hiddink, se había mostrado muy superior al que luego resultó ser su verdugo, maldito para la eternidad. Ganó 3-1, pero el resultado iba camino de ser un 3-0 hasta que un despiste defensivo, en el minuto 79, fue aprovechado por Schmitt, quién si no, para maquillar el resultado y mantener con vida a su equipo para el choque de vuelta. Y nadie imaginaba el desastre de Alemania tres días antes del 7-0, cuando el VCF goleaba al Celta en Mestalla y se situó líder. «Tiembla Karlsruher», tituló aquel domingo 31 de octubre del desastre Levante-EMV en portada, tras ganar el VCF 3-0 al Celta en la Liga y situarse líder, un encabezado que los entonces los responsables de la sección de Deportes, y los de ahora, volverían a escribir sin cambiar una sola letra. ¿Que el VCF podía perder en Alemania en la vuelta? Sí, era posible, pero nadie esperaba la eliminación y, mucho menos, una goleada tan estrepitosa.

Mijatovic, en el minuto 38, Y Lubo Penev, en el 35 y en el 73, marcaron los goles del VCFen la ida, en la que Khan y, después Schmitt, evitaban, aparentemente, males mayores para los germanos. Nunca mejor dicho lo de «aparentemente».