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El delantero temporero

Pobre Batshuayi. Va camino de ser mi jugador favorito. Esa lozanía decadente que trae consigo. Vino gordo (ahora ya se puede decir, porque esa celosía de eufemismo en torno a él ha desaparecido conforme su degradado), luego se puso flaco y parecía el jugador belga que habíamos visto alguna vez con Bélgica, furibundo y directo.

Ahora, en la última de sus mutaciones, aparenta ser un temporero, de esos que acumulan los equipos de basket, traídos de la recámara de la NBA o bien de ligas exóticas. Temporeros con la misión de reflotar áreas mermadas, pero que en realidad parecen haber llegado con la única intención de hinchar sus estadísticas camino de otro destino.

Sobre Batshu, que se hizo murciélago del escudo por vaivén marketiniano, del que dijimos -queriendo hacernos los sevillanos- que nuestros padres lo pronunciaban Baixauli, apuntan las miradas, queriendo convertirlo en esa explicación sintética con la que se justifican los problemas complicados. El Valencia ha rendido tan mal en el primer tramo de temporada porque ha tenido delanteros indolentes que solo pensaban en ellos mismos. Vale, problema resuelto, a otra cosa.

La irrupción de Mina -del que echamos todas las pestes posibles- ha convertido una responsabilidad etérea y colectiva en una culpa individual, la de Batshuayi, por comparación. Dijo Marcelino, tras el Young, que Mina «juega para el equipo y no para él», en un sopapo de la modalidad con la que nuestros padres nos decían que aprendiéramos de una vez del hijo de la vecina.

A Marcelino se le podía cuestionar imponer a uno de los suyos (ciertamente falaz, ya todos son suyos, una vez hecha la plantilla a imagen y semejanza), tal y como incrustó a un ser extraño como Vietto, con el consecuente daño a un ataque ya sistematizado. Sin embargo otra vez ha demostrado ser ecuánime y aplicar la marcelinina con aquel que se desplaza de su molde.

Concluir que debe quedar fuera de los planes es lo sencillo, lo caro. Más bien parece la estratagema del entrenador por someterlo a la prueba del algodón. Malamente le iría al club si, a las primeras de cambio, transformamos a Batshuayi en un activo tóxico, en un desperdicio, en un simple temporero. Creímos que una de las grandes bazas de Marcelino era sacar el máximo de sus hombres. Precisamente ahora que está fuera llega el momento de descubrir si el belga es un aprovechado o alguien que de verdad quiere.

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