Abrumado por las expectativas, Marcelino está siendo víctima de su sinceridad en la pretemporada: «Es la mejor plantilla que he entrenado». Se equivocó, claro, y el equipo lo está pagando con creces porque no llega donde todos creyeron que podría llegar. Le falta fútbol. Mermado Guedes y fracasados la mayoría de los fichajes, el VCF es sumamente previsible en ataque. Y a Marcelino se le exigen otras soluciones como hizo Paco López en el Levante cuando hubo de frenar la ausencia de Lerma y cambió el sistema. Urgen alternativas.

Quizá estemos siendo injustos con Diakhaby como en su día lo fuimos con Santi Mina, arrastrados los dos por la crítica a la errática política de fichajes de sus respectivos veranos. En contra del joven central francés, de 21 años, pesa además lo antiestético de sus movimientos, pero está siendo efectivo en defensa y, en tiempos de escasez como este, una solución en ataque.

Rozó el gol en el Juventus Stadium con un cabezazo violento y lo logró ayer, en el descuento, también de cabeza, cuando el VCF se despeñaba hacia la nada en la Liga. El empate arregla poco en la tabla, pero es un alivio anímico a la espera de tiempos mejores.

El ímpetu juvenil de Diakhaby evitó así la despedida de la Liga del VCF el 8 de diciembre. Pero casi. La distancia respecto al Sevilla, 10 puntos, parece insalvable. Sobre todo por la impotencia del conjunto de Marcelino, mucho esfuerzo y poca claridad. El estado mermado de Guedes, pilar del juego de contragolpe del ejercicio pasado, ha dejado en los huesos al Valencia. Tampoco ayudó el árbitro, Estrada Fernández, que se tragó varias manos de Kjaer dentro del área, la segunda escandalosa al parar desde el suelo el disparo de Rodrigo. El cuadro de Marcelino quiso un encuentro frenético desde el inicio. Empujó con todo y se topó con Vaclik, que desvió un remate de cabeza de Garay (en fuera de juego) y, a continuación, un disparo a bocajarro con la zurda de Mina.

El tremendo esfuerzo del Valencia en el primer tiempo se quedó sin recompensa. Jugó demasiado alejado del área contraria, sin incorporar suficiente gente al ataque. Faltan efectivos arriba. Y profundidad por parte de los laterales. El Sevilla, dirigido con clase por Banega, durmió el partido: hombre al suelo, protestas constantes, pérdidas de tiempo. El VCF iba a pagar el desgaste de la primera parte en la segunda. Se vio más fresco al Sevilla. Y contó con la fortuna de que un disparo mordido de Ben Yedder se convirtiera en una asistencia perfecta para Sarabia.

Poca fe en la remontada

Uno de los pocos que se rebeló contra el infortunio, una vez más, fue Carlos Soler, que merecía el gol. Es ejemplar su empeño en cambiar la dinámica del equipo. Tras el tanto de Ben Yedder, un manto de tristeza cubrió Mestalla a pesar de quedar mucho tiempo por delante. Mestalla se llenó de pañuelos de protesta justo antes de que Diakhaby, de cabeza a una falta lateral de Parejo, empatara un partido que deja lejos al Sevilla, pero mantiene algo de luz a la espera de soluciones. Tal como fue el encuentro, con dos palos del Sevilla, todavía puede considerarse un alivio para un Valencia que debe encontrar otra fórmula.