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Un club en 3 horas

Un club en 3 horas

Madurar debe ser algo así como mirar a tu club por encima de su rendimiento deportivo. Si es así, estoy a punto, porque entre mis mayores fantasías está que al club le vaya bien independientemente de su rendimiento deportivo. Una contradicción en los términos, ¿le puede ir bien a un club si a su equipo le va de pena? Claro, no permanentemente. Pero una entidad fuerte permite que incluso un mal trance sea recuperable, que se salga más rápido.

El Valencia justo está instalado en la inversa. Todo emana una dependencia atroz del rendimiento deportivo. Hay psicoanalistas de lo deportivo que atribuyen a esa ansiedad un exceso de presión para el equipo. Pobres, pudiendo dejarles que queden entre los 10 primeros y ahora están exigidos para quedar dentro de zona Champions.

La junta de las 3 horas fue un símbolo de la progresiva neutralización del sentido de la entidad como amalgama. Murthy, sin la diplomacia de la paciencia, no necesita disimular ni dar demasiada voz al accionariado común. Por fin la victoria: una junta rapidita. Un salón medio vacío y apenas unas cuantas soflamas de cortesía bastaron para superar otro trámite sin más calado que evidenciar dónde estamos: toda la salud del club -y especialmente la de sus arcas- depende del fulgor de la plantilla. Como en cualquier sitio, pero con más acento. Como antes, pero con un asterisco: de esta administración, a la que hemos normalizado hasta vulgarizarla, se le reclamaba la transformación severa del VCF, un new deal. Cada vez hay menos diferencias con anteriores gestiones casquivanas, incluso el silencio, norma general de gobierno de Lim, se interrumpe por las salidas de tono de un presidente al que el viento en contra le sienta fatal.

Luego está lo otro: la desafección, igualmente vinculada al momento futbolístico, pero no sólo a eso. Desarmada la masa accionarial, el propósito social parece pasar más por la exclusión que no por la inclusión. Murthy ha vuelto a reincidir en el marco mental de los falsos y los verdaderos valencianistas, asegurando tener controlados los datos de todos aquellos que se alinean en su contra. La patochada.

Imagino que todo sería más fácil si, como en una junta, los pesares del club se pudiera resolver en 3 horas, dejando vacío el estrado de las voces críticas, quedándonos solo con los buenos y verdaderos valencianistas, esto es con Anil y con Murthy.

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