La salida de Jeison Murillo hacia el FC Barcelona es el primer paso que permite accionar al Valencia el plan para fichar a un delantero, la gran obsesión de la temporada de un Centenario de momento con ayuno goleador. El partido ante el Huesca, mañana en Mestalla, será probablemente el último en el que los valencianistas vean en acción a Michy Batshuayi, que no ha logrado adaptarse al equipo después de casi medio año. El delantero belga tiene una fácil salida porque posee buen cartel y reputación a nivel continental. Un Milan en crisis tras caer eliminado en la Liga Europa, y el Mónaco de Thierry Henry (que coincidió con Batshuayi como segundo técnico de Bélgica) harían factible que el Valencia pudiese deshacer el contrato de cesión con el Chelsea.
La renovación quiere ser total e incluso Kevin Gameiro, petición personal del técnico Marcelino, no tiene su continuidad garantizada en el primer equipo. La generosa inversión realizada en el fichaje del delantero francés, de 31 años y 17 millones de precio, no se ha correspondido en el césped, con solo dos goles, ante Real Sociedad y Rayo, un penalti provocado en Getafe y destellos aislados de calidad. Gameiro entrenó ayer aparte y no jugará frente al Huesca por sus molestias de pubis.
Los primeros nombres de posibles delanteros han empezado a salir. El Valencia, como informó la 97.7 Radio Levante, ha recibido el ofrecimiento para incorporar a Lucas Pérez, de 30 años, actualmente en las filas del West Ham inglés. En el club del East End de Londres, el delantero gallego está a la sombra de Chicharito Hernández y de Arnautovic, y ha disputado siete partidos en la Premier, solo uno de ellos como titular. La relación de Lucas Pérez con Marcelino es óptima y se cree que en el contexto de la Liga española podría mostrar su mejor versión. Además, Pérez es un viejo conocido de la secretaría técnica del Valencia, que ya ha abordado su posible fichaje en varias ocasiones, cuando militaba en el Deportivo de La Coruña. En la primera de ellas, una de las razones contrarias que se revelaron fue una supuesta antipatía del atacante hacia el Valencia, heredada de 1994, cuando el meta valencianista González detuvo a Djukic el penalti que, en el último minuto de la última jornada, habría dado al Depor la primera Liga de su historia. Aquel episodio creó una rivalidad en la época de la que se habría empapado Lucas Pérez, entonces un niño de apenas seis años.
En todo caso, la aparición en escena de Pérez es una pista orientativa del posible perfil que se elija para reforzar la delantera. Es decir, un jugador con experiencia, conocedor de LaLiga y que tenga la posibilidad de un rendimiento inmediato, sin recurrir a experimentos.
