El buen recuerdo que Chicharito conserva del reiterado interés del Valencia por sus servicios es una de las claves para entender su fichaje. Con Javier Hernández, el club de Mestalla busca en 2019 aquello por lo que ya peleaba en 2010, y que desembocó con los fichajes (también notables) de Roberto Soldado y Aritz Aduriz. Se busca un rematador, un delantero que tenga como oficio ser especialista en finalizar jugadas. Chicharito lleva 192 goles marcados como profesional entre el Chivas, el Manchester United, Real Madrid, Bayer Leverkusen, West Ham United y la selección mexicana. Como el personaje del Señor Lobo de la película Pulp Fiction, Chicharito «soluciona problemas»: marca goles.

La sequía goleadora ha sido el revés más inesperado en la planificación deportiva del Valencia CF. Si una convicción albergaba el cuerpo técnico era que, con la pólvora reunida entre Batshuayi, Gameiro, Rodrigo y Santi Mina, gol no le iba a faltar al equipo y, en todo caso, el desafío pendiente estaba en intentar reducir la cifra de goles encajados, de los 38 recibidos el curso pasado, a no rebasar los 30.

El posible fichaje de Chicharito tiene otra vertiente, al equilibrar con veteranía y carácter un grupo joven y tierno de temperamento, que en los cuatro meses de resultados irregulares ha sufrido de demasiada ansiedad.