En Navidades de 1987, en la temporada del regreso del Valencia CF a Primera, el club anunció un fichaje «bomba», totalmente inesperado. El entonces vicepresidente de Arturo Tuzón, Pepe Domingo, consiguió la cesión de Rabah Madjer del Oporto, uno de los mejores futbolistas del mundo entonces, campeón de Europa con un inolvidable gol de tacón al Bayern. En octubre, el jugador anunció que en diciembre daría una sorpresa. Se hablaba del Barcelona y del Real Madrid, pero su destino fue el Valencia CF. Debutó en Mestalla ante el Athletic y a los 15 minutos marcó de vaselina al portero... con la cabeza. Una lesión en Mallorca, a las semanas de haber llegado, le impidió brillar más en el Valencia CF, donde jugó 14 partidos y anotó 6 goles en la media temporada de contrato. Pese a que fue evaporándose, dejó la impronta de un futbolista extraordinario, de un talento descomunal. Jugaba exactamente igual con las dos piernas. Tenía salto, gol, cambio de ritmo, una técnica muy fina y verticalidad. En aquella temporada, Di Stéfano fue destituido en marzo.
