Una de las pocas cosas que recuerdo de la carrera de Periodismo era la prohibición expresa y tajante que realizaban la mayoría de profesores al respecto de titular artículos con títulos de canciones o películas. Tras lo sucedido antes, durante y después del decimotercer empate -que se dice pronto- del Valencia esta temporada, el título de la columna solo puede ser ese. Ya nunca más será aceptable que, en esas sesudas tertulias en las que nos analizan a 350 kilómetros de distancia, se diga que el entorno valencianista tiende a la piromanía, que en Mestalla hay instalada una guillotina para entrenadores. Por enésima vez desde finales de agosto, el personal volvió a evidenciar después del encuentro contra el Valladolid que está muy por encima del nivel ofrecido por su entrenador y su equipo.
