El valencianismo ha dejado claro su posicionamiento antes de la cumbre que, a 11.000 kilómetros de distancia, en Singapur, decidirá sobre los cambios en la plantilla y el futuro de Marcelino García Toral como técnico. Es un pulso entre la soberanía de la grada, apoyada por el sentir del vestuario, y la legitimidad accionarial de un Peter Lim

Mestalla no ha dado pie a Meriton para ejecutar la destitución de Marcelino. No ha tenido lugar el paso previo, en forma de bronca, que facilita una decisión traumática como es el relevo en el banquillo. En apuestas decididas de Lim, como Nuno Espirito Santo o Gary Neville, la propiedad no aguantó la embestida reprobatoria del estadio. De momento, Mestalla aguanta y asume una crisis sin paliativos de su equipo para defender una estructura de gestión, la implantada por Marcelino y Mateu Alemany, que aleja al club de las tentaciones frívolas y caprichosas que ocurrieron en el pasado cuando Lim tomó la iniciativa directa.

En ese mismo posicionamiento se ha instalado la plantilla que, lejos de desconectar ante la reiterada incapacidad del equipo para conectar buenos resultados, defiende a ultranza a su técnico. Sin indicios de lucidez para decantar encuentros, el compromiso colectivo del equipo no se discute. En Mestalla se salvaron resultados en tiempo de descuento, frente al Sevilla y el Huesca, y la hinchada no recriminó el empate frente al Valladolid al entender que el equipo se vació en el campo. Se ha creado una corriente empática entre grada, banquillo y jugadores casi inédita, sobre todo teniendo en cuenta la pésima racha de resultados.

De hecho, Marcelino tiene escasa defensa desde el punto de vista estadístico. El técnico ha firmado su peor primera vuelta como preparador en Primera división. Tal como informaba Efe, hasta esta temporada los registros más bajos de un equipo de Marcelino en Primera eran los obtenidos al frente del Sevilla en la temporada 11-12. Entonces finalizó la primera parte del campeonato con 26 puntos y un balance de seis triunfos, ocho empates y cinco derrotas. En aquella ocasión, el Sevilla ocupaba el noveno puesto en la clasificación que no fue capaz de enderezar por lo que dos jornadas más tarde le costaría el puesto al ser despedido en la jornada 21 de Liga.

La débil posición de Marcelino contrasta con sus números en el año pasado, cuando en la primera mitad acabó con 40 puntos y un balance de 12 triunfos, 4 empates y 3 derrotas con 40 goles a favor y 19 en contra.

Mientras Murthy y Alemany aterrizaban en el aeropuerto internacional de Singapur, Dani Parejo dejaba constancia en Twitter del apoyo al proyecto. «Me niego a dar por perdida una temporada en enero... Eso no va conmigo ni con el espíritu de este equipo. Hay tiempo y muchas ganas de lograr los objetivos. Aquí no se rinde nadie. Yo creo en este equipo», relató. En medio de la crisis de resultados, y con el cargo de Marcelino García Toral en peligro, Parejo ha cargado con la responsabilidad del brazalete. En el partido ante el Valladolid dio su apoyo a Marcelino dedicándole el gol con un abrazo, arropó a un Rodrigo en sequía goleadora entregándole el lanzamiento del penalti (que finalmente falló) y ayer volvió a ejercer de portavoz en favor del colectivo.