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Mala conciliación de afectos

Mala conciliación de afectos

Acabaremos estudiando la metamorfosis de -como llamaría Errejón- la conciliación de afectos entre el valencianismo y Meriton. Decididamente estamos en tareas que dificultan esa conciliación. Enterrada la aspiración de que Meriton transformaría -a bien, se entiende- el club, llevándolo a una fase evolutiva mejor, hemos terminado dando por bueno su alejamiento de las decisiones. Quienes, como Marcelino, aunque sea de forma efímera pudieron tomarles prestado algo de poder, se parapetaron tras una ancha estructura. Por lo que pudiera pasar.

Ya no esperamos novedades sustanciales de Meriton, sino que las tememos. Hemos ido desarrollando una coraza porque comenzamos a adivinar su funcionamiento. Agradecemos a los agoreros interesados sus dotes adivinatorias, pero el resto necesitamos tiempo para comprobar que las expectativas de cambio respecto a Singapur eran ínfulas estériles.

Sus variaciones en la estructura eran tan solo reacciones ante colapsos. La presidenta se fue y vino otro recambio ante la incapacidad para asumir la situación ambiental. Mateu Alemany llegó para remendar el colapso deportivo tras los precedentes erráticos. La cuestión, ninguna de esas apuestas era fruto de una vocación o un modelo, tan solo conatos de supervivencia.

El verdadero cariz termina amaneciendo de vez en cuando, especialmente cuando vienen mal dadas. La conversión de Sean Bai en hombre del presidente, en signo zodiacal de especial ascendencia, debe ser otra de esas anécdotas sin importancia que no debemos tomarnos demasiado en serio porque toda propiedad pone de vez en cuando a un amigo a hacer prácticas. Su cargo como supervisor de la cantera, a expensas de que sea tan triunfal como la supervisión de la cuenta de Twitter internacional, es una pequeña muestra.

Una nueva comprobación de que, por muchas reacciones que se produzcan ante los colapsos, lo esencial no ha sufrido novedad. La forma de accionar el club sigue marcada por esa mezcla entre adanismo y frivolidad, por una suerte de superioridad y sutil desahogo. Ayer un entrenador, hoy un supervisor de la cantera€ La sensación de que, fuera del foco, permanece la visión de que con los leales, basta, de que con los 'suyos', se puede, aunque nada sepan de la institución de destino.

Terminar yendo a Singapur a despachar el destino inmediato, solo un detallito más, sin importancia. Como que en el sorteo de Copa el único niño que no llevaba la equipación pertinente fuera el del Valencia. Anecdotitas. O más bien símbolos.

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