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A tiempo de todo

A tiempo de todo

Tratando de evitar errores futuros dejándonos llevar -de nuevo- por la pasión y la necesidad de ver al Valencia fuera del lodazal futbolístico y emocional en el que lleva inmerso desde finales del verano, de ahora en adelante habrá que omitir expresiones como «punto de inflexión», «reacción definitiva» o «ha vuelto». Las reservaremos para los resúmenes de final de temporada, si procede utilizarlas. Sería maravilloso poder contar a las generaciones venideras que el murciélago consiguió un título en la temporada de su centenario después de una fenomenal reacción iniciada con una épica victoria en Vigo. Maldita sea, ya he escrito «reacción»€

Al turrón. De lo que sí podemos hablar sin ambages es de la enorme importancia que tiene la remontada del equipo en Balaídos. Por infinidad de motivos. Rodrigo olvidando el mal fario en un partido muy completo coronado con el gol de la victoria, Parejo en su mejor versión sostenida en el tiempo, el crecimiento de Ferran Torres aportando una alternativa de garantías desde la segunda unidad o la buena entrada al campo de Gameiro desde el banquillo son razones más que suficientes para volver a sonreír. Aunque no sea de oreja a oreja. Después de victorias ante Manchester United o Huesca vinieron batacazos inesperados.

Como ya sucediera tras aquel zurdazo milagroso de Piccini antes de Navidad o el pasado martes en Copa después de golear al Sporting, la celebración final evidencia que la química del grupo sigue intacta a pesar de los pesares. Basta observar las caras eufóricas de Carlos Soler y Coquelin, sustituidos antes de la remontada, festejando en la cima de la piña valencianista. Marcelino no mentía. El equipo nunca ha dejado de querer, independientemente de sus defectos.

Aunque él trate de desmarcarse de lo conseguido en la última semana para fortalecer más si cabe la creencia de su plantilla en sí misma, Marcelino merece crédito. Planificada o no, la entrada de Santi Mina fue determinante para la clasificación a cuartos de final. En Vigo, Ferran y Gameiro se repartieron gol y asistencia en el triunfo ante el Celta. Decisiones así, incluido el intento frustrado de jugar con tres centrales en Mendizorroza, era lo que muchos pedíamos del técnico asturiano: soluciones, atrevimiento y alternativas lejos de la cuadrícula del 4-4-2. El sábado arriesgó poniendo en banda a Rodrigo. Y entrando desde el extremo anotó el internacional español el 1-2.

Tras una remontada así, todo se ve de un negro menos oscuro o un rosa más claro, como prefieran. Lo que nadie puede negar es que el Valencia, a siete puntos del Sevilla y muy vivo en Copa y Europa League, sigue a tiempo de llegar a todo. Disfruten del lunes. Parece que ha dejado de llover.

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