El fútbol triunfó anoche en Mestalla. La fe de Rodrigo derribó la muralla del Getafe y metió con un triplete al Valencia en las semifinales de la Copa. Lo mereció por haber insistido tanto, por haber volcado tanta energía en esta vuelta de los cuartos. Por haber contado con un Rodrigo, tantas veces negado ante el gol, inspirado cuando ya nadie contaba con el Valencia. Y por la perspicacia de Marcelino para meter a Kang In en el momento justo para remover el encuentro, y volcar la eliminatoria.

Jorge Molina varió todos los planes antes de desperezarse el partido. El delantero de Alcoi, escorado a la derecha, olió la mala ubicación de Jaume Doménech y le envió un disparo colocado junto al palo. Un tanto de especialista, de goleador puro. Un error del meta valenciano, que había extraviado el sentido del espacio. Y un error de Gabriel Paulista al perder la pista de Jorge Molina.

El autopase inesperado de Ferran Torres, que partió de interior izquierdo, dejó tirado a Damián Suárez, aunque su centro no encontró rematador. El chaval de Foios volvió a marcharse poco después del veterano uruguayo, pero este se cayó fingiendo una falta y, sí, engañó al árbitro. Fiel a sus malas artes, el lateral derecho golpearía con el puño izquierdo en la cara de Gayà. Vio la amarilla.

Lastrado por un Wass intrascendente en el mediocentro, el VCF perdió pronto el dominio en la medular. El Getafe, apuntalado en la zaga por un Djené colosal, se le subió a las barbas: aventurándose en terreno local gran parte del primer tiempo. Ante una zaga tan tupida y expeditiva, el VCF hubiera necesitado las alas, pero a Marcelino le faltó lucidez en la alineación: Ferran a la derecha, su lado natural y desde donde mete unos excelentes centros; Carlos Soler en el centro por el irrelevante Wass; y Cheryshev, crecido por su gol al Villarreal, a la izquierda también para centrar con curva y burlar así la defensa madrileña. Nada de esto pasó en el primer tiempo, marcado por seis tarjetas a los hombres de Bodalás (en su línea), aunque sin la profundidad valencianista necesaria para remontar.

El cuadro de Marcelino solo llevó peligro a balón parado: dos faltas al borde del área muy parecidas, desperdiciadas por Parejo al quere colocar el balón por arriba de la barrrera (algo casi imposible con ese aire racheado). O en un córner en el que falló Chichizola en la salida sin que Rodrigo, de cabeza, encontrara portería.

El gol de Santi Mina en la reanudación vino precedido de un fuera de juego en el inicio de la jugada de Carlos Soler. Era fácil de ver, medio metro fuera de juego, pero el VAR se pasó varios minutos para descifrarlo, unos linces.

El cambio de Marcelino (m. 55) debió haberlo pensado antes: entró Cheryshev por Wass y reorganizó todo el medio del campo. Surtió rápidamente efecto. La jugada por la izquierda de Gayà y el centro desde la línea de fondo de Cheryshev lo transformó Rodrigo. De manual.

La expulsión de Djené (m. 74) le abrió la esperanza al VCF. Rodrigo entró en ebullició y marcó dos goles en los minutos finales. El primero a pase de cabeza de Santi Mina; y el segundo tras un gran pase de Gameiro tras un servicio filtrado de Kang In. El milagro en Mestalla.