Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La madre de la ciencia

La madre de la ciencia

Sí, es innegable. Los últimos partidos del Valencia desnudan una paradoja que invita a la reflexión. La mejora exponencial del equipo -más emocional que futbolística- ha ido acompañada de un descenso en el fulgor de Carlos Soler. En semifinales de Copa contra el Betis y el pasado domingo en Mestalla ante la Real Sociedad, el chino no ha tenido la presencia arriba ni los elevados porcentajes de acierto en el pase a los que nos tiene acostumbrados desde que irrumpió en el primer equipo.

Nada nuevo bajo el sol. En primer lugar, porque hablamos de un jugador que el mes pasado cumplió veintidós años. Los picos de rendimiento en chavales procedentes de la factoría de Paterna han sido el pan nuestro de cada día en casos precedentes como Albelda, Farinós, Juan Sánchez o Gayà. Ninguno de ellos alcanzó la deseada regularidad en sus dos primeros años en la élite. Con una dificultad añadida en el caso de Soler. Por mucho que, a base de rendimiento y grandes actuaciones parezca lo contrario, él ha tenido que aprender los automatismos y el funcionamiento de una posición que no es la suya. En banda hay menos espacio y mucho menos tiempo para pensar. Carlos, además, sufrió un fuerte golpe en una rodilla durante la batalla copera contra las hermanitas de la caridad del Getafe que le ha obligado a tratarse con frecuencia en los últimos días.

A pesar de todo, y teniendo alternativas para suplirle -Wass, Ferran, Coquelin-, Marcelino García Toral ha confiado en sus prestaciones, manteniéndole sobre el césped, 77 minutos en el Villamarín y todo el partido el domingo en Mestalla. El cuerpo técnico del Valencia valora la capacidad de trabajo de Soler. Desde el punto de vista defensivo, se considera esencial la función que realiza en el interior derecho. Tanto para taponar las subidas del lateral zurdo rival como para equilibrar la parcela ancha propia, en la que Guedes o Cheryshev son extremos que actúan con mayor libertad.

Desde que Prandelli le hiciera debutar en Anoeta un 10 de diciembre de 2016, el niño maravilla ya acumula 94 partidos oficiales con el murciélago en el pecho. Se ha curtido, superando situaciones de dificultad en tiempos de Voro y momentos complicados como la primera vuelta de esta temporada, en la que fue uno de los pocos que dio un paso al frente en partidos delicados contra Young Boys, Valladolid o Manchester United. Si hay un jugador en esta plantilla que merece comprensión, paciencia y tacto, ese es Carlos Soler.

El brillo volverá. Solo es cuestión de tiempo.

Compartir el artículo

stats