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Cuando el trol está al mando

Cuando el trol está al mando

Hasta hace pocas semanas todo el pifostio en torno a la cuenta en inglés del Twitter del Valencia me parecía el típico asunto leve, aprovechado para zurrar. Sobre todo porque teníamos asuntos más peliagudos como para estar perdiendo energías en los tweets pueriles de un paracaidista.

A eso se le añade que en la gestión de la imagen de un club, la cuenta de Twitter es lo que es y tiene la importancia (justa) que tiene. Es un entorno convertido en territorio para la chanza, del videomarketing chanante del Betis a los carteles costumbristas del Leganés, una búsqueda fresquita de protagonismo. Evidentemente la opción elegida por el Valencia (o en contra del Valencia) de transformar la cuenta propia en munición troll era el camino más chusco.

Debe ser el bienestar en torno al equipo, debe ser la redundancia en la estúpida actitud twittera, o que hay una línea que supera la gracieta del no-tiene-la-menor-gracia, pero lo de la cuenta en inglés del Valencia es ya un símbolo poderoso del destarifo, de la rendición.

Dedicarse sin cortapisa a vejar a ídolos ajenos, a ridiculizar a los adversarios, a reírse de la afición propia, y todo ello desde un canal oficial, es más relevante por lo que no muestra que por lo que muestra. Lo que se ve es a un tipo desaforado que se ha tomado a pecho el encargo de ganar notoriedad cueste lo que cueste. Lo que no se ve es todo lo demás. Lo que no se ve es a una dirigencia rendida, incapaz de ordenar (o de valorar) los rasgos que hacen al valencianismo competitivo en la lucha por la mercadotecnia. Tiene el aspecto de aquellos programas de televisión que incapaces de obtener reconocimiento por méritos propios, derivan en la emisión de mandanga con la que dar la nota. Solo que el Valencia sí tiene con qué. En un momento clave que debiera servir para ensanchar el club en base a valores como Mestalla o esa condición sobrevenida de querer darle bocado a los partidos hasta el último segundo, una pertenencia grupal en torno al equipo. El Valencia no está en posición de ese tono impostado, de esa gloria a la grosería. Lo suyo es la emotividad de lo imprevisto.

El Twitter en inglés del Valencia refleja el desconocimiento perpétuo sobre lo que tienen entre manos de los dirigentes, la escasez de talento -desaprovechando el que sí se tiene en la casa- para encontrar el lugar del club. Luego no nos extrañemos de los escasos ingresos (más allá de las ventas de futbolistas) que siguen estancando a la entidad. No es por el Twitter en inglés (desde luego una menudencia), sino que el Twitter en inglés es la punta del iceberg de todo lo demás.

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