La banda derecha acabó el partido siendo un retrato de un futuro inmediato del Valencia CF: Ferran Torres de lateral derecho y Kang In de interior a pie cambiado. Estaba todo resuelto, pero se complació la grada de ver juntos a sus dos promesas. El resto fue un trámite para alcanzar los octavos de final de la Liga Europa con más minutos acumulados de Guedes y otro golito de Gameiro, siempre decisivo cuando entra de refresco.

El Valencia fue muy rácano con su hinchada en la primera parte: apenas ofreció un puñado de minutos, los finales, de diversión, ya con un jugador más por la expulsión desde el 36 del lateral derecho Toljan. Entonces sí, un remate de Parejo frenado por un defensa, un tiro colocado con la zurda de Ferran (parecido a su gol al Sporting pero sin tanta suerte) y un disparo postrero de Santi Mina despejado por Bain. Dio mucha rabia el pitido final de ese primer periodo justo cuando había llegado por fin el juego a Mestalla.

Los 40 minutos previos fueron soporíferos. Ni siquiera la cómoda renta de la ida en Celtic Park animó al Valencia al soltarse. Es un equipo que no asume ningún riesgo. Todo son pases de seguridad. Nadie se atreve con un envío en profundidad. La presión tan tibia del VCF permitió posesiones largas del Celtic.

Al segundo esprint Garay ya no resiste. Y ahora que ha debido encadenar una serie de partidos seguidos, cayó a la primera de cambio. Entró Coquelin, también tocado, para ejercer de central.

No podía faltar la entrada bruta de Brown, que cazó a Guedes de mala manera. Hubo de ser Diakhaby quien metiera un pase raso en profundidad a Guedes, cortado en falta por Toljan, que vio la segunda amarilla. Ahí vio el Celtic el fin de sus aspiraciones de remontada, no tan lejanas en la raquítica primera media hora del VCF.

Bandera blanca

El cuadro escocés levantó la bandera blanca en la reanudación. Mestalla se preparaba para la goleada, pero le volvió a costar mucho al VCF materializar sus ocasiones. Entró Gameiro y concretó una asistencia de cabeza de Wass desde la línea de fondo tras un magnífico centro en diagonal de Parejo. Wass, por cierto, errático en el servicio con el pie, es un excelente cabeceador.

Quedaba complacer al público y lo hizo por fin Marcelino al dar paso a Kang In para el último cuarto. Retiró a Wass y retrasó a Ferran de lateral. El pequeño surcoreano metió dos pases y un control de un balón llovido que hizo las delicias de la gente. Le falta físico, pero es un talento puro y suple esa carencia de músculo con una inteligencia superior al resto. A punto estuvo de marcar de cabeza. Y la gente se quedó con ganas de verlo más.