Imprevisible, caprichoso, mágico. Todos esos adjetivos adornan al fútbol y cada jornada hay razones para recuperarlos. Mestalla se llenó de luces en una escena maravillosa a punto de acabar el partido. La hinchada, armada de teléfonos móviles, está en plena liturgia de la final de Copa. Y se deja llevar por las buenas sensaciones. La cuarta victoria en casa de la temporada no había escapado al sufrimiento. Aunque hubo un gran alivio cuando Gameiro remachó un centro raso de Carlos Soler en una acción iniciada por Guedes. Los tres cambios de Marcelino.

Curiosamente, a los tres les había costado coger el ritmo del encuentro. Y el equipo se había hundido demasiado, dando la sensación de poder sufrir el enésimo empate. Pero no. Esta vez no. Los mismos criticados por haber entrado un tanto dormidos despertaron a tiempo en esa jugada que remataba el golazo anterior de Rodrigo. Eso sí, la bronca de Neto a Guedes por una indefinición defensiva, fue de época.

El VCF empezó teniendo problemas en la salida del balón, pero reaccionó: muy bien dirigido por Kondogbia-Parejo y con mucha energía por las alas. Tanto por la izquierda con los desdoblamientos de Gayà y Cheryshev como por la derecha con Wass y Ferran. Gayà fue un coloso que llegó media docena de veces a la línea de fondo. La infinidad de centros no encontró rematador, un tanto desafinado Santi Mina.

Los entrenadores actuales no quieren castigar a los jugadores con los cambios en la media parte. Y esa confianza dio esta vez sus frutos en forma de pared entre Santi Mina y Rodrigo, al borde del área, resuelta con una volea espectacular del hispano-brasileño con la derecha, sí, con la derecha.

¡Cómo maneja los tiempos del partido Parejo! ¡Y cómo manda! 'Tú, deja el balón que saca de banda Gayà', le dijo a Cheryshev. Y este obedeció. El VCF especuló tras marcar porque veía que el Athletic ya no llegaba. Salieron fríos Carlos Soler y Guedes y generaron dudas con pérdidas y faltas innecesarias. El público se puso nervioso. Marcelino reclamó su apoyo. Diakhaby se mantuvo muy firme. Y los tres refrescos, resucitaron a tiempo. Mestalla encendió la mecha de la Copa.