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Tribuna

La terreta

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No falla. Cada vez que se nos ocurre reivindicar la gran temporada de Gayà, el talento sin minutos de Kang In o, más recientemente, las asistencias de Carlos Soler contra Leganés o Athletic de Bilbao a pesar de estar pasando por un momento menos dulce de forma, aparece algún agraviado acusándonos de ser proteccionistas con los jugadores de la casa. Después de una sesuda introspección conmigo mismo, tengo una respuesta para ese sector de indignados: sí, claro que somos más indulgentes que los futbolistas formados en la Ciudad Deportiva de Paterna. Pero, ojo, solo con aquellos que ya han evidenciado sobradamente que pueden formar parte de la primera plantilla del Valencia. Proteger a ese grupo de jóvenes talentos no es una opción. Debería ser obligatorio. Son patrimonio de Mestalla.

Las opiniones son como los traseros. Cada uno tiene la suya. Al que suscribe le conmueve que José Luis Gayà porte el brazalete de la senyera. En estos tiempos que corren, supone una tremenda alegría ver a un defensa de la casa asentarse en el primer equipo. Y no solo eso. El zurdo de Pedreguer tira del carro, sin amilanarse en grandes escenarios como Old Trafford o el partido de vuelta de semifinales de Copa, durante el que se encaró con Sergio Canales y Quique Setién haciéndoles sentir el estadio en el que estaba disputándose el encuentro.

Cuando pedimos más minutos para Kang In no es porque tengamos comisión de sus agentes cada vez que el surcoreano comparece en el verde. Es porque, en situaciones clave como la remontada copera contra el Getafe, ha sido determinante con su inteligencia y atrevimiento. Ese noche, mientras gritábamos el 3-1 de Rodrigo, a ningún ofendidito se le ocurrió ponerse en plan purista.

Lo de Carlos Soler merece un artículo aparte, pero lo que va davant, va davant. Es sencillamente acojonante que ya haya algún fenómeno que hasta se atreva a pitarle en Mestalla. 22 años recién cumplidos y casi 100 partidos oficiales con el murciélago en el pecho. La mayoría jugando fuera de sitio. Y aun así, ahora mismo es el máximo asistente de la temporada. Nunca aprenderemos. Guedes arranca a correr y, aunque acabe cayéndose de culo, hacemos la ola. El chaval de la casa, el que ha mamado el Valencia, el que ha llorado de alegría y tristeza con el equipo, pitado por tres partidos regulares. Después, cuando el canterano de turno acaba harto y se larga, montamos una campañita acusándole de pesetero y a otra cosa. Así se escribe la historia.

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