Hay acciones que definen el estado de ánimo de los equipos. El Valencia, sobre todo en las segundas partes de Mestalla, se había caracterizado por ser un equipo precipitado en los últimos metros, preso de una ansiedad que le empujaba a tomar malas decisiones a la hora de disparar a portería. Nervios y equivocaciones que llevaron a los valencianistas a firmar su peor primera media vuelta goleadora de la historia. El gol de Rodrigo frente al Athletic Club, en cambio, ilustra la profundidad del cambio anímico de los blanquinegros.
El delantero hispano-brasileño llegó a estar cuatro meses sin marcar un gol, desde que se estrenó en la primera jornada ante el Atlético hasta que se reencontró con el gol frente al Eibar en la jornada 16. Era uno de los jugadores que más parecía acusar el desgaste mental de la mala situación de los valencianistas, y llegó a avivar al sector crítico de la grada a la que había convencido tras su excepcional rendimiento en la primera temporada de Marcelino García Toral. Su gol y, sobre todo, el escorzo elegido para ejecutar el tanto hablan a las claras de la convicción recobrada de Rodrigo y, por extensión, del resto del equipo. El atrevimiento para optar por un remate de tijera, sin dejarla caer y con su pierna no habitual (la derecha) habría sido directamente imposible hace apenas tres meses.
Dos son los condicionantes que han liberado al Valencia, y sobre los que se asienta la reacción de un equipo que, aunque no encajaba goles, era incapaz de ganar partidos. Uno es la marcha de Michy Batshuayi. A pesar de su capacidad potencial y de ser un compañero afable, que favorecía la convivencia, la imposibilidad de aclimatar al delantero belga a la dinámica del equipo taponaba la evolución competitiva del grupo. Con Batshuayi fuera, la fluidez ha vuelto al ataque.
Por otro lado, el partido de vuelta de cuartos de final frente al Getafe, con la alocada remontada con dos goles en tiempo de descuento, supuso un vuelco emocional para el equipo y para el entorno, que dejó atrás la dinámica derrotista del primer tramo de la competición. Desde aquel encuentro se ha producido una reactivación en el rendimiento individual de gran parte de la plantilla. Rodrigo y Gameiro capitalizan titulares por sus goles, pero es extensible a futbolistas como Piccini, Cheryshev, Roncaglia o líderes reforzados como Parejo o Gayà.
