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Los abrazos próximos de Guedes

Los abrazos próximos de Guedes

Con Guedes subyacen muchas tentaciones. La tentación del yo-ya-lo-dije. Dónde íbamos pagando esa millonada por un jugador apenas destetado. O aprovecharlo como patio trasero al que lanzar las culpas de los pequeños males de un equipo en pleno vuelo. O volver a sacar a pasear el argumento bien falaz de que en el Valencia los jugadores que cuestan mucho dinero, no rinden. Un caso único el del Valencia, se ve, en el que el gasto recibe la penalización del karma.

O la tentación, ya que estamos, de usar a Guedes como munición contra el propietario (como si el estilismo de Lim en la foto del viernes con Marcelino no fuera suficiente como para canalizar las reprimendas). De milagro, por cierto, el Valencia superó el gafe de su presencia ante el Krasnodar.

Entre las tentaciones tampoco hay que olvidar atribuirlo todo, claro, a la estratagema del portugués para camelarse al pueblo con tres meses buenos y luego echarse a dormir. La consecuencia de las tentaciones pasan por pedirle a Marcelino que arrincone a Guedes, que lo ponga en el cajón a la espera de que salga el bueno, que no complazca al amo. Mientras, que jueguen solo los encendidos.

Como ya vamos conociendo qué tiene (y que no) Marcelino en la cabeza, sabemos que su mirada apenas es cortoplacista, que bendice con la reiteración de oportunidades a sus pesos pesados. Lo malo es cuando llegan los réditos, porque entonces todos son abrazos y nos pasamos medio partido imbuidos en el sentimentalismo de ver cómo los jugadores visitan la banda para achuchar a su técnico.

Rodrigo, al que hace dos telediarios volvimos a rebajar a activo tóxico, es el paradigma absoluto. Su inspiración ante el viento a favor es proporcional a su estado desquiciado cuando sopla en contra.

El Valencia necesita a Guedes. Por inversión pero sobre todo porque puede ser el diferencial para asestar el golpe a los partidos. Pero, evidente, Guedes entorpece, Guedes está nervioso, Guedes es el potro desbocado, Guedes es un lastre. Como si, tras la lesión, tuviera que volver a aprender a ser futbolista y no solo atleta. Por eso justo ahora es cuando hay que apostar por Guedes. Una ventaja para este caso: el resto del equipo acompaña y Guedes tiene margen para incorporarse.

Luego, ya, vendrán los abrazos.

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