El fútbol nos desmiente cada cinco minutos. El VCF había especulado una vez más al retirar a todos sus delanteros (Gameiro, Rodrigo y Guedes) a fin de proteger la ventaja en el último cuarto tras la expulsión de Roncaglia. El plan de Marcelino lo había estropeado Diakhaby tras cometer un penalti por esos brazos tan largos y desgarbados, desprendidos del cuerpo. Y todo eran malos presagios cuando empató Stuani de penalti y el Girona se disponía a completar la remontada. El giro dramático lo atraparon al vuelo Kondogbia y Ferran Torres: el pase con el exterior del francés y la espectacular cabalgada del valenciano, que batió a Bono tras regatearlo en carrera.

El VCF ha entrado en una dinámica ganadora (cuatro victorias seguidas y 13 partidos sin perder) y va sumando jugadores para la causa: Parejo es el mejor centrocampista de la Liga porque domina todos los secretos de la recuperación, los tiempos y la creación, coronada ayer con su sexto gol del campeonato, un tirazo desde fuera del área; Kondogbia está cada día más cerca del jugadorazo del pasado ejercicio, con el magistral pase a Ferran en la última jugada; Guedes definió con clase un maravilloso envío de Rodrigo y, a partir de ahí, se soltó para disparar y sentirse relevante; y Ferran es una mina: dotado de unas características físicas y técnicas prodigiosas, quema etapas a gran velocidad y sus goles ya han permitido ganar dos partidos como visitante (Balaídos y Montilivi).

El extremo de derecho de Foios, de 19 años, nunca olvidará la tarde de ayer en Montilivi. Con todo en contra para su equipo, surgió la felina y elegante zancada del atacante de Foios. La fortuna, tan esquiva en la primera parte de la Liga, se ha puesto por fin de parte del Valencia. Volcado el Girona a por la victoria, Ferran Torres quebró a Bono y marcó a puerta vacía. El VCF vuelve a sentirse entre los grandes y capaz de todo: el domingo 17, contra el Getafe, podría ponerse, si gana, a solo tres de la Champions.

El cuadro de Marcelino había llevado la iniciativa desde el primer minuto. El pase de Rodrigo a Guedes en el primer gol del VCF fue monumental. Filtrado entre la nube de defensores a la espalda de la zaga, donde llegaba solo Guedes, que cruzó como marcan los cánones al palo largo de Bono.

El VCF no supo guardar la ventaja mucho tiempo: la falta de Gayà era innecesaria y al centro enroscado de falta de Granell no acudió Neto como debía. Ramalho se anticipó a Kondogbia al cabecear a gol ante los morros del meta brasileño.

El Valencia salió más decidido tras el descanso. Y el disparo de Parejo desde la frontal se coló por el poste derecho de Bono sin remisión. La injusta expulsión de Roncaglia (la primera amarilla era una mano involuntaria) dejó al conjunto de Marcelino con uno menos para los últimos 20 minutos. Entró Diakhaby por Guedes para reequilibrar la defensa. Se equivocó el central francés con una mano que el VAR dictó como penalti. Marcó Stuani.

Una reflexión sobre Paterna

Todos habían pasado a defender con la única punta de Ferran Torres. Dependía de una heroicidad del extremo de Foios. La imaginó y la consiguió. Tras el pase de Kondogbia, la carrera suprema de Ferran, su quiebro a Bono y el tiro raso hacia la gloria.

El gol postrero de Ferran Torres invita a una reflexión. Está bien que el director deportivo, Pablo Longoria, busque jóvenes talentos de distintas parte del planeta, pero que en ningún caso tapen el camino a los chavales de la cantera. La generación de Ferran Torres, la nacida en 2000, también proporcionó a Hugo Guillamón (ayer titular en la victoria del Mestalla de Chema Sanz frente al Castellón), Abel Ruiz (Barça) y Víctor Chust (Real Madrid). Gayà, Jaume, Lato, Carlos Soler y, por supuesto, Ferran son futbolistas ya muy cotizados. La factoría de Paterna no se para nunca.