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La vigorexia del fútbol europeo

La vigorexia del fútbol europeo

La Bastilla cerca París dispuesta a imponer su ley, consumiendo cualquier migaja. No cabe disimulo, es una declaración de guerra para fulminar el principio clave de competitividad del fútbol europeo. La Champions, el mejor vertebrador continental junto al Erasmus, ya no es suficiente para los que la dominan.

Año 2002. El Valencia se integra en el G14, ampliado de facto hasta los 18. En una reunión en Bruselas Jaume Ortí recibe la enhorabuena del resto de representantes. El club que dirige, albricias, comienza a comer en la misma mesa que los poderosos.

Año 2019. Andrea Agnelli, presidente de la ECA, la asociación de clubes europeos, comparece hace apenas unos días en Amsterdam entre una maraña de eufemismos. El príncipe de Turín, con la apariencia de jefe del metal, encabeza la reconversión del sistema de ligas europeos, la depaeuperación de lo doméstico a favor de un engranaje semiabierto que conforme una corte de clubes con derecho de pernada.

Esos 17 años de distancia entre ambas citas rubrican cerca de una década y media en la que el Valencia, en lugar de aprovechar sus éxitos para configurar su fuerza, se marchitó a marchas forzadas. No existe en los foros de poder justo en el momento en el que se dilimita el territorio por llegar.

Lo que las entidades más poderosas quieren practicar no es más que la confirmación lógica de una fisura ya abierta. Una escisión que aspira a maximizar las oportunidades de la elite, cueste lo que cueste. Las distancias en el mercado entre clubes de una misma competición se han revelado más disparatadas que nunca. En la práctica, es certificar lo que ya ocurre en los balances contables. Rebajemos a lo folclórico las ligas locales, ensalcemos la lucha entre los equipos mayores. La vigorexia de la ECA, lunáticos en su propósito de aumentar su masa muscular. Del equipo del régimen al régimen de los equipos.

El resto, entre ellos el Valencia, debería ir armándose para dar una respuesta que no sea la sumisión acomplejada. Va, esperemos sentados.

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