El Valencia impuso su ley, la del más fuerte, en un derbi marcado por el exultante estado de forma de Guedes, imposible de detener por una zaga tan frágil como la granota. El atacante portugués jugó de delantero y sus arrancadas, sin obligaciones defensivas, hicieron estragos entre los azulgrana. La felicidad de Mestalla, enamorada de su equipo en este último tramo, contrasta con la melancolía del Levante, en caída libre en los últimos meses. El Valencia peleará hasta el final por arrebatarles la plaza de Champions al Getafe (a dos puntos) y al Sevilla (a tres) con el golaverage a favor en ambos casos. El conjunto granota necesita el apoyo de todos en Orriols para ganar los dos partidos seguidos en casa (Espanyol y Betis) antes de visitar el Camp Nou. El gran reto del conjunto de Paco López es superar la depresión de haber ido de más a menos en el campeonato. Habrá tiempo para analizar las causas de la caída. La hinchada, la plantilla y el técnico deben ir todos a una hasta el final. Lo contrario sería un suicidio.

El choque en carrera de Luna y Piccini acabó con el italiano abandonando el campo malherido por un golpe en la cadera, aquejado de una lesión en el riñón. Propulsado por el optimismo de Guedes, el Valencia salió disparado con el gol de cabeza de Santi Mina, que llevaba varios meses sin marcar, tras un precioso centro del atacante portugués.

El gol, tan pronto (m. 2), fue una losa anímica para el Levante, golpeado otra vez a balón parado , dejando en evidencia la falta de presencia de sus zagueros en el juego aéreo. Esta vez, además, resultaron irrelevantes sus jugadores más ofensivos en toda la primera parte (tan solo un disparo a bote pronto de Róger despejado por los puños de Neto). Descontento Paco López, el técnico de Silla reestructuró el equipo antes del descanso: renunció a la defensa de tres centrales y pasó a la línea de cuatro con Jason en el medio del campo.

El drama granota, la fragilidad defensiva (59 goles en contra), tampoco lo resuelve la posición de urgencia de Róber Pier como mediocentro defensivo. La poca consistencia llevó a Paco López a cambiar otra vez de sistema en el arranque de la segunda parte: Róber Pier pasó a central y, con defensa de cinco, Campaña se situó en el eje de la medular.

Carlos Soler se resarce

Carlos Soler subió una montaña rusa al meter en su propia puerta, con la rodilla, un centro de córner de Campaña y, un minuto después, servir de espuela y caño a Guedes, que marcó con un cañonazo cruzado. Soler entró en ebullición y también fabricó el tercer gol: primero en una acción individual por la derecha; después en un remate de primeras a centro de Gayà cuyo rechazo lo embocó Santi Mina.

Parejo, cada día más capitán, mandó callar a la Curva cuando esta cantó su deseo de ver al Levante en Segunda. Marcelino, al sustituirlo (m. 71) expresó dos cosas: daba el partido por sentenciado y, dos, quiso regalarle una ovación a su mejor futbolista.

El VCF se vio tan superior que se tomó el último cuarto como un tiempo para los homenajes: a Guedes, que ha sumado tres goles y una asistencia en tres días (desde el 1-3 en la Liga Europa ante el Villarreal); y a Kang In, a quien la grada echaba de menos desde la noche mágica contra el Getafe. Da gusto verlo. Todo marcha sobre ruedas.